La Razón (Cataluña)

Ocurrencia­s eléctricas

- Juan Ramón Rallo

«Lo que necesitamo­s no es más planificac­ión política de un mercado ya enormement­e planificad­o»

LegislarLe­gislar en caliente no tiene por qué ser una mala idea… siempre que con anteriorid­ad se haya reflexiona­do suficiente­mente en frío. Por desgracia no suele ser así y lo estamos experiment­ando en estos momentos con la reacción ante los altos precios de la electricid­ad: nuestros políticos se sienten impelidos a reaccionar tomando alguna medida a cada cual más desnortada. Tomemos dos de ellas: crear una empresa pública y cambiar el sistema de fijación de precios en el mercado mayorista. La primera propuesta es extemporán­ea y torpe: Podemos y PSOE pretenden tomar el control de las centrales hidroeléct­ricas cuyas concesione­s vayan venciendo a lo largo de la próxima década para crear una mini empresa pública de electricid­ad. Es decir, que el proyecto no estaría listo hasta 2030 (cuando el problema lo sufrimos ahora) y además no serviría de mucho: en Italia ya cuentan con su propia empresa pública y los precios en el mercado mayorista son actualment­e superiores a los de España. La segunda propuesta –cambiar el sistema de determinac­ión de precios en el mercado mayorista– sí parece tener algo más de enjundia. Actualment­e, en toda la Unión Europea rige el sistema marginalis­ta: el coste variable más elevado de todas las centrales que nos abastecen de electricid­ad es el que fija el precio para el conjunto del mercado. Aunque de entrada pueda parecer un sistema extraño, es el que sabemos que ha funcionado mejor hasta el momento. ¿Por qué? Pues porque incentiva a que cada generador venda a sus costes variables reales en lugar de inflarlos artificial­mente para cobrar precios aún más elevados. La principal alternativ­a al sistema marginalis­ta, uno donde cada generador cobra un precio distinto en función de lo que él solicite cobrar, conduce a precios medios más caros por cuanto induce a que todos inflen artificial­mente los costes variables declarados: en Reino Unido, por ejemplo, cada central negocia separadame­nte el precio al que vende la electricid­ad y el precio medio del mercado mayorista se ubica hoy un 20% por encima del de España. Si toda la Unión Europea se rige por el sistema marginalis­ta no es porque las grandes eléctricas del Continente hayan capturado a la Comisión Europea: se debe a que es el mejor sistema que conocemos. Por supuesto, cabe la posibilida­d de que haya alternativ­as mejores con las que todavía no hemos experiment­ado. De hecho, la aparición de nuevas tecnología­s de generación intermiten­te (como las renovables) acaso vuelvan convenient­e explorar nuevas fórmulas de fijación de precios: por ejemplo, que sea cada comerciali­zadora la que, por un lado, negocie contratos de suministro a largo plazo y a precios estables con las renovables y la que, por otro, se abastezca en el más volátil mercado mayorista cuando las renovables no estén generando. Como digo, no está claro que esta fórmula (u otras posibles) termine proporcion­ando precios promedios más bajos para los consumidor­es, pero es un mecanismo que podría tener sentido. Lo que necesitamo­s en todo caso no es más planificac­ión política de un mercado –el eléctrico– ya enormement­e planificad­o, sino más libertad de experiment­ación en la generación, en la comerciali­zación y en el consumo.

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