Tres por cuatro calles
El PSOE de Madrid está atrapado en su propio laberinto. De momento, son tres los aspirantes a dirigir los rescoldos de la que fue una potente federación socialista. No son tres visiones políticas diferentes, todos guardan la debida obediencia a las posiciones de Pedro Sánchez, sino una confrontación por ocupar el mermado poder de la organización.
Dos de los competidores, Juan Lobato y Javier Ayala, se están equivocando porque creen que ganar el congreso de octubre significa ser cabeza de cartel contra Díaz Ayuso en dos años. Su planteamiento es coherente con la lógica histórica y, después del desastre de Gabilondo, el PSOE debería haber aprendido la lección.
Sin embargo, los planes que ha escrito el druida son otros: necesitan un delegado de Ferraz para cosas que realmente les interesan, como las listas. En ese sentido, Lobato genera reservas porque en el último congreso se enfrentó a Franco. Además, tiene una personalidad propia de un verso suelto. El alcalde de Fuenlabrada, sin embargo, nunca daría un paso sin la aprobación del líder. Sánchez le conoce hace tiempo y, aunque su opinión sobre él es mejorable, sería el hombre ideal. Además, ha roto con los vasallajes y admiraciones de su antecesor. La tercera aspirante, actual delegada del gobierno, es meramente instrumental y es un movimiento de Rafael Simancas para seguir influyendo en el socialismo madrileño. Le salieron canas y el cargo no llegaba, perdió torpemente la posibilidad de presidir la Comunidad de Madrid; no es de extrañar que asomasen lágrimas en sus ojos cuando le nombraron secretario de Estado. Pero este tipo de cargos son muy interinos, por eso siempre es bueno tener el escaño caliente. Ese debería ser el cometido de su antigua jefa de gabinete, garantizarle el hueco. Pero Sánchez no va a ungir a alguien que no esté entregado en exclusiva a él. En definitiva, el PSOE de Madrid está como dice la voz popular: tres por cuatro calles.