La Razón (Cataluña)

Más de 550 kilómetros de autopistas serán gratuitos la próxima semana

Desde el 1 de septiembre se levantarán las barreras en varios tramos de la AP-7 y AP-2

- R. L. Vargas -

La AP-2, que une Alfajarín (Zaragoza) con El Vendrell (Tarragona), tiene 215 kilómetros y actualment­e cuesta 20,65 euros

En pleno debate sobre la idoneidad de extender los peajes a toda la red de vías de alta capacidad españolas, unos cuantos cientos de kilómetros –concretame­nte, 550– de autopistas por los que ahora se paga por circular serán de uso gratuito a partir del próximo 1 de septiembre. Ese día, entrará en vigor la liberaliza­ción de dos vías de titularida­d estatal, la AP-2 y dos tramos de la AP-7; y de otras dos que gestiona la Generalita­t de Cataluña, la C-32 y la C-33. La AP2, que une Alfajarín (Zaragoza) con el municipio de El Vendrell (Tarragona), tiene una longitud de 215 kilómetros y actualment­e cuesta 20,65 euros para los coches. Previament­e, el Ministerio de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana había levantado las barreras en el tramo de 373 kilómetros que une Alicante con Tarragona. Respecto a la AP-7, los tramos que quedarán libres de peajes son el que une Tarragona y La Junquera a lo largo de 245 kilómetros y que tiene un coste para los vehículos de 28,85 euros; y el que conecta Montmelo y el Papiol, localidade­s de Barcelona a las que separan 31 kilómetros.

El Gobierno autonómico catalán también retirará los pagos en dos vías que tiene bajo su gestión, la C-32, que enlaza Barcelona y Lloret de Mar (Gerona) a lo largo de 48 kilómetros y que cuesta entre 1,17 y 2,90 euros; y la C-33, que discurre entre Barcelona y la localidad de Montmeló en una ruta de 15 kilómetros y cuyo precio es de 1,12 euros.

Liberaliza­ciones previas

Las vías que ahora se librarán de los peajes se sumarán a la AP-1, Autopista del Norte, que une las localidade­s de Armiñón (Álava) y Burgos, y que pasó a ser gratuita desde el 1 de diciembre de 2018; a la AP-4, que une Sevilla y Cádiz; y a la ya citada AP-7 en el tramo que discurre entre Alicante y Tarragona, estos dos últimos libres de pago desde el 1 de enero de 2020.

Aunque puede parecer contradict­orio suprimir peajes en un momento en que el Gobierno de Pedro Sánchez ha puesto sobre la mesa el debate sobre la idoneidad de extenderlo­s a toda la red de alta capacidad española, para el Ministerio de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana se trata de una medida coherente. Una de las primeras iniciativa­s que anunció José Luis Ábalos cuando se puso al frente del ministerio en junio de 2018 fue la retirada paulatina de los peajes en aquellas vías cuyas concesione­s fueran venciendo en los siguientes años.

Su argumento para aplicar tal medida, más allá del técnico, que Bruselas no permite prorrogar estas concesione­s, es que lo más justo es eliminar en la medida de lo posible estos pagos hasta decidir qué estrategia se adopta para costear el mantenimie­nto del conjunto de las vías de alta capacidad españolas.

Debate abierto

Porque algo sí tiene claro el Ejecutivo: que hay que elegir entre soportar los elevados costes de mantenimie­nto de las autopistas con cargo a los fondos de los Presupuest­os Generales, aunque eso vaya en detrimento de otras políticas públicas, o implantar peajes destinados específica­mente a la conservaci­ón. Ábalos nunca se pronunció abiertamen­te a favor de poner los peajes, pero fueron varias las ocasiones en que su discurso se acercó a centímetro­s del utilizado por Seopan, la patronal de las concesiona­rias, para defender los pagos.

A finales de 2018, el entonces ministro recordó, por ejemplo, que por el uso de los puertos, aeropuerto­s y las vías ferroviari­as se pagan distintas tasas o cánones. También tiró del argumentar­io de Seopan al asegurar que ni los turistas ni los camiones que vienen del extranjero contribuye­n al mantenimie­nto de las vías de alta capacidad gratuitas a pesar del evidente desgaste que ocasionan. Un coste que sí pagan los españoles que viajan a Francia o Portugal, donde las autopistas autopistas son de pago, le faltó añadir.

A comienzos de este año, su entonces número dos, Pedro Saura, también advirtió de que las autopistas o las pagan los que las usan, o las terminarán pagando todos los contribuye­ntes. La reversión de las concesione­s de autopistas de peaje supondrá en 2021 un alza del déficit público de 286 millones y de 478 millones anuales a partir de 2022, según datos de Seopan.

El movimiento más claro del Gobierno hasta ahora a favor de los peajes se dio en mayo. El Plan de Recuperaci­ón remitido a Bruselas para justificar la llegada de los 70.000 millones de euros del fondo Next Generation prevé la posible articulaci­ón de un mecanismo de pago por el uso de las carreteras estatales que podría implantars­e a partir del año 2024. El revuelo que provocó el anuncio de esta medida fue mayúsculo y el Gobierno tuvo que emplearse a fondo para tratar de aplacar las críticas asegurando que no había ninguna decisión tomada al respecto, que el objetivo era fomentar su debate y que cualquier decisión se tomaría de forma consensuad­a con el resto de partidos. Pero, en paralelo, Ábalos siguió argumentan­do a favor de los peajes. En Europa, donde impera el principio de que el que usa paga, «les parece inconcebib­le que tengamos la mayor red, no paguemos y además pidamos fondos sin que saquemos rentabilid­ad a lo que tenemos» afirmó durante la presentaci­ón de las actuacione­s que se acometerá con la parte correspond­iente de los fondos de la UE.

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REUTERS Un peaje de la AP-7 a su paso por Tarragona, donde se liberan 245 kilómetros a La Junquera

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