China mira con avidez el arsenal de tierras raras
El suelo afgano atesora importantes depósitos de minerales
Pekín se regodea mientras observa el desordenado éxodo de EE UU de Afganistán tras dos décadas de guerra, celebrándolo como un enorme fracaso del liderazgo y la política estadounidenses. Para China, la retirada de Estados Unidos ofrece oportunidades y algunos riesgos.
Cuando los combatientes talibanes entraron en Kabul, no solo se hicieron con el control del Gobierno afgano, también con la capacidad de controlar el acceso a enormes depósitos de minerales cruciales para la economía mundial de la energía limpia.
China, ávida de recursos, puede beneficiarse de una relación más estrecha con los nuevos dirigentes afganos. Afganistán es rico en minerales, desde el oro, el aluminio y el mineral de hierro, hasta los llamados metales de tierras raras, vitales para la tecnología moderna.
Pero la rápida toma del país por parte de los talibanes y el hecho de tener un gobierno islámico extremista en sus fronteras amenazan a Pekin y aumentan su preocupación por los intereses chinos en la región.
Se calcula que los minerales y metales de tierras raras del país tienen un valor de entre 1 y 3 billones de dólares en 2020, según un informe de la revista de noticias «The Diplomat», que cita a Ahmad Shah Katawazai, antiguo diplomático de la embajada afgana en Washington D.C
En 2010, un memorándum interno del Departamento de Defensa denominó a Afganistán «la Arabia Saudí del litio», después de que los geólogos estadounidenses descubrieran la enorme riqueza mineral del país, valorada en un billón de dólares. El metal plateado es esencial para los vehículos eléctricos y las baterías renovables.
Diez años después, gracias a los conflictos, la corrupción y las disfunciones burocráticas, esos recursos siguen sin ser explotados casi en su totalidad. Y mientras EE UU trata de desligar sus cadenas de suministro de energía limpia de China, el principal productor de litio del mundo, tener los minerales de Afganistán bajo el control de los talibanes es un duro golpe para los intereses estadounidenses.
Por ejemplo, en 2007, un consorcio de empresas chinas ganó una licitación para desarrollar una mina de cobre en Mes Aynak, en la provincia de Logar, a unos 40 kilómetros al sureste de Kabul. El yacimiento tiene unas reservas de unos 9,98 millones de toneladas de cobre y fue descubierto en los 70 por geólogos soviéticos. Trece empresas de todo el mundo participaron en la licitación para la explotación del yacimiento. A cambio del derecho a extraer minerales de cobre durante 30 años, las empresas se comprometieron a invertir unos 3.000 millones de dólares en el proyecto principal y a construir la central eléctrica y el ferrocarril necesarios.
El potencial de extracción de metales de tierras raras como el praseodimio, el cerio, el lantano, el neodimio y el gadolinio, dada la gran demanda del mercado y los altos precios, es excepcionalmente alto. En 2014, basándose en los resultados de la investigación realizada por el Servicio Geológico de EE UU, las autoridades afganas anunciaron que su valor era de aproximadamente 3 billones de dólares.
Mientras Occidente ha amenazado con no cooperar con los talibanes, China, Rusia y Pakistán se están alineando para hacer negocios con ellos, lo que aumenta la humillación de Estados Unidos y Europa.
Por su parte, los medios de comunicación estatales chinos han descrito cómo Afganistán puede beneficiarse ahora de la enorme Nueva Ruta de la seda, el controvertido plan de infraestructuras de Pekín para construir rutas por carretera, ferrocarril y mar a través de Asia hasta Europa.
China comparte una pequeña frontera con Afganistán llamada Corredor de Wakhan, de apenas 210 kilómetros. Su ubicación es lo que hace que Wakhan sea crucial en la geopolítica.