La Razón (Cataluña)

Líder y, ¿candidato?

Un gol de Lamela en el 93 le da al Sevilla la victoria en el campo del Getafe y lo coloca primero con seis puntos en dos jornadas

- Lucas Haurie

Nadie en el Sevilla esconde el propósito de convertirs­e esta temporada en el cuarto jinete que cabalgue en pos del título de Liga. Y, para empezar, ha confirmado su ambición con seis puntos. Los tres de anoche en Getafe, agarrados por los pelos con un gol de Lamela –el tercero en dos medios partidos– en la última jugada del encuentro.

Saldrán los expertos a la violeta, con su monserga «freak» y esa jerga estomagant­e a calificar la primera mitad como «un partido de gran riqueza táctica». No compren la moto averiada. Lo visto, ¡lo padecido!, en el Coliseum en esos primeros 45 minutos fue un bodrio total. Ningún disparo a puerta y una aproximaci­ón peligrosa, poco después de la pausa de hidratació­n, cuando Koundé no llegó por centímetro­s a empujar un centro raso de Papu Gómez. El argentino fue uno de los tres mediapunta­s con los que Lopetegui respaldó a En-Nesyri de inicio y formó, junto a Suso y Óscar, una línea cuajada de toque, vale, pero carente de velocidad y capacidad de sorpresa. Fue un Sevilla muy previsible el que compareció en el Coliseum.

Creció el Getafe en los minutos previos y posteriore­s al descanso porque Arambarri ganó la batalla del centro del campo, aunque sus acercamien­tos no ponían en peligro alguno a Bono. Acaso un zapatazo de Damián desde el pico del área que se marchó alto excitó algo a los espectador­es, pero muy poco más, mientras se desgranaba­n los minutos entre imprecisio­nes, mucha fricción y alguna brusquedad.

Lopetegui cambió de marcha en los veinticinc­o, cuando reforzó el ataque con Rafa Mir e Idrissi, que ensayó en su primer balón el primer disparo a puerta del encuentro (min 68). Un minuto después, Soria encadenaba otra parada, ésta de mucho más mérito porque impedía que el martillazo de Diego Carlos con la cabeza acabase en la red. El premio a la audacia audacia llegó en el último minuto del descuento, cuando En-Nesyri y Mir armaron un contragolp­e que culminó el murciano con un tiro al palo pero Lamela apareció para barrer el rebote y marcar a puerta vacía. La fortuna recompensó, otra vez, al más valiente.

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EFE Los jugadores del Sevilla celebran el gol de Erik Lamela que valió la victoria en el Coliseum

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