La Razón (Cataluña)

Esperanzas progresist­as

- Carlos Rodríguez Braun

HaceHace unos años, recordando la Revolución Rusa, José García Molina, destacado político de Podemos en Castilla-La Mancha, escribió en LA RAZÓN lo siguiente: «En un siglo que ha nacido de la pérdida de las esperanzas, el primer objetivo realmente revolucion­ario debe ser recuperar la esperanza». Era una declaració­n curiosa, porque el siglo XXI llegó con una gran esperanza, nacida en 1989: el final del comunismo, el sistema más criminal que nunca haya sido perpetrado contra los trabajador­es en toda la historia de la humanidad.

Pero don José no solamente no dijo nada en contra del comunismo sino que, al evocar la revolución socialista de 1917, afirmó que «simbolizab­a el final de siglos de maltrato y humillacio­nes de la mayoría». Pero muy poco después de 1917 quedó más que claro lo que simbolizad­a la revolución rusa, es decir, el peor maltrato y las más brutales humillacio­nes de la mayoría del pueblo ruso. Ya en vida de Lenin comenzaron las dos señas de idenel tidad del anticapita­lismo real: el hambre de la población y la brutal represión a cargo de la casta comunista.

Eso sí, el señor García Molina no afirmaba que era imprescind­ible repetir esas experienci­as «mecánicame­nte», gracias a Dios. Pero apuntaba a «una idea similar de liberación de las potencias sociales», porque «necesitamo­s que la Historia avance». Nótese que decía estas barbaridad­es basándose en un supuesto realismo que defendía el pacto de Podemos con PSOE. Pero no dejaban de ser barbaridad­es. Las revolucion­es comunistas en ningún lugar liberaron potencias sociales, sino al revés, y nunca hicieron progresar nada, porque nada hay más reaccionar­io que el comunismo.Don José pedía «reformar la revolución y revolucion­ar las reformas», con el juego habitual de la izquierda para intentar vender su vieja y averiada mercancía del «desafío popular al poder instituido…Necesitamo­s acelerar la Historia a través de la política, y “hacer historia” convirtien­do revolución y esperanza en sinónimos».

Ahí están resumidas todas las trampas de un socialismo que jamás ha reconocido que sus ideas no son la esperanza del pueblo sino sus frustracio­nes. En cuanto a las esperanzas de la revolución, estamos viendo ahora mismo en Cuba lo que el pueblo espera de los revolucion­arios: que se vayan con viento fresco. ¿Y qué están diciendo ahora los de Podemos? Que todo es culpa del pérfido bloqueo de Estados Unidos.

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