La Razón (Cataluña)

«HAROLD Y MAUDE» CUANDO LA SEÑORA ROBINSON NO CREÍA EN LA POLICÍA

MEDIO SIGLO DESPUÉS DEL ESTRENO DE LA PELÍCULA, SE PUBLICA EL LIBRO EN EL QUE SE BASÓ EL CLÁSICO INCONTESTA­BLE DE HAL ASHBY

- Matías G. Rebolledo

UnUn joven Colin Higgins (Australia, 1941), cuando corría todavía libre el verano del amor, quedó impresiona­do por la primera vez que rodaron ante sí los créditos de «El graduado», la obra maestra de Mike Nichols. En aquel filme, ahora un referente de la cinefilia, Dustin Hoffman era seducido por la señora Robinson, a la que daba vida Anne Bancroft, mientras las melodías de Simon y Garfunkel quedaban impregnada­s para siempre en la historia del séptimo arte. El impacto en Higgins fue tal, que para graduarse como estudiante de cine en la Universida­d de California decidió presentar un guion que bebía mucho de la novela original de Charles Webb pero le daba una pátina de humor negro tan propio de la Commonweal­th como difícil de vender en Hollywood.

De Elton John a Cat Stevens

Pese a las nulas esperanzas de Higgins de colocar su libreto, que en realidad había mutado ya a novela corta, un tal Hal Ashby (que venía de ganarse el reconocimi­ento del medio como montajista de «En el calor de la noche») confió en él desde el principio. El realizador de Utah había debutado en el largometra­je, no sin ciertas dificultad­es, con «El casero» (1970) y había conseguido «colarse» en los Oscar, pero todavía faltarían años para que se consagrara como el ojo tras el objetivo de «Esta tierra es mi tierra».

Higgins y Ashby que, sin acreditárs­elo, le dio un lenguaje más cinematogr­áfico a lo escrito por su compañero, se propusiero­n entonces levantar «Harold y Maude», que así se llamaba el proyecto, y llevar a la gran pantalla la historia de un adolescent­e tardío y deprimido, y la anciana, supervivie­nte del Holocausto y medio «hippie», que le devolvió, en cierto modo, las ganas de vivir.

Ambos eran consciente­s de la importanci­a del elenco de la película, de elegir bien a los dos protagonis­tas. Higgins escribió a Maude pensando en Greta Garbo, en ese arquetipo de rostro que conserva belleza pero también guarda cierto dolor. El temprano retiro de la actriz, que dejó el cine en los cincuenta, permitió que Paramount, el estudio que iba a financiar el proyecto, se saliera con la suya: Ruth Gordon, con el Oscar por «La mano que mece la cuna» todavía caliente, se hizo con el papel, y también con el convencimi­ento de director y guionista en cuanto empezó a soltar los diálogos. Para encontrar a su Harold, descrito como un muchacho pálido y enfermizo, Ashby tenía prácticame­nte atada la presencia de Elton John, que también escribiría varias canciones para la película. Finalmente, y después de reventar las listas de éxitos con «Your Song», Sir Elton se decantó por subirse a otro proyecto, «Friends», dirigida en 1971 por Lewis Gilbert. Lo que sí hizo la estrella fue recomendar a un amigo para el apartado musical, y así el repertorio de Cat Stevens se convirtió en la banda sonora de la película. En esas le llegó el guion a Bud Cort, otrora niño prodigio de la televisión que buscaba proyectos más serios. Una mañana, contó en una entrevista a «Variety», tenía sobre su mesa el guion de «Harold y Maude» y el de «Alguien voló sobre el nido del cuco», ambas previstas para rodarse en las mismas fechas. Con acierto, o no, decidió convertirs­e en Harold y ello le valió el premio a la promesa del año en los BAFTA y la nominación al Globo de Oro.

Coincidien­do con el quincuagés­imo aniversari­o del estreno de la película, Capitán Swing publica el libro original escrito por Colin Higgins, su tesis, y realmente la biblia de un filme que opta por convertir en «slapstick» lo que en realidad es humor existencia­l, si es que eso existe. De esta manera, y aunque el grano de la película de 1971 sea imposible de encontrar en ninguna plataforma en España, la cinefilia se encuentra con una de esas novedades editoriale­s que más que solapar, completan la comprensió­n de un clásico incontesta­ble como el que firmó Hal Ashby. Dicen las malas lenguas que, en un arrebato provocador, la historia de amor debía ser tan sexual como la que narra el libro, pero que Higgins y el director acordaron los términos de la subversión, «solo» en que Maude no creyera en el estamento policial.

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Bud Cort y Ruth Gordon, respectiva­mente, dieron vida a los Harold y Maude que imaginó Colin Higgins
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Capitán Swing 105 páginas 14,5 euros
«HAROLD Y MAUDE» COLIN HIGGINS Capitán Swing 105 páginas 14,5 euros

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