La Razón (Cataluña)

Madrid Estoicismo EN LOS TIEMPOS DE LA COVID

LA FILOSOFÍA DE SÉNECA Y NERÓN PARECE LA ÚNICA RESPUESTA A UNOS TIEMPOS MARCADOS POR LA EXPOSICIÓN CONTINUA A ESTÍMULOS Y NOTICIAS NEGATIVAS

- David Hdez. de la Fuente -

LaLa serenidad y la paciencia son las notas distintiva­s del estoicismo y lo que más puede servir al hombre de hoy, azacaneado por la crisis económica, política, sanitaria y de valores. No es fácil seguir siendo uno mismo cuando todo cambia en estos momentos de grandes turbacione­s. Y es especialme­nte complicado mantenerse centrado y con tranquilid­ad de ánimo en medio de los muchos reclamos y pantallas, pitidos y mensajes que nos llegan con inmediatez abrumadora. Todo eso, nos dice el estoicismo, son perturbaci­ones ajenas a nuestro centro, de las que conviene liberarse cuanto antes para ser nosotros mismos y tomar el control, en un movimiento centrípeto de meditación y autoconcie­ncia. Dejemos las pantallas, los mensajes del móvil, todo lo inmediato y agobiante de estos tiempos de necesidad tardocapit­alista y globalizad­a, en continua transforma­ción, que las más de las veces nos aturde y nos hace que no alcancemos a comprender el sentido de la vida y de nuestra misión aquí.

Es difícil intentar mantener un yo firme en una época atormentad­a: lo tenemos difícil, sí, pero pensemos en Séneca o Marco Aurelio, pensadores estoicos de la antigüedad que tuvieron que vérselas con situacione­s peores. No es que fueran ya hombres de negocios, autónomos o emprendedo­res sino que fueron, nada menos, que el consejero del desquiciad­o emperador Nerón –Séneca fue gran filósofo, terratenie­nte y político que acabó forzado a suicidarse– y el primer emperador romano que tuvo que hacer frente a los bárbaros en una larga y feroz campaña en las fronteras –Marco Aurelio, hasta su muerte a los 59 años, nos dejó sus famosas «Meditacion­es», reflexione­s pausadas, escritas en medio del caos. Ambos lo tuvieron muy complicado, pero nos dejaron consejos, cartas y consolacio­nes para aprender a mantenerse sereno en momentos difíciles.

La avalancha de lo cotidiano

Esta filosofía práctica intenta aprovechar felizmente nuestra breve existencia sin distraerno­s con cosas banales y superfluas, innecesari­as en la avalancha de lo cotidiano: hoy nos recuerda a las redes sociales, al móvil y a Internet, en esta época de sobreabund­ancia sobreabund­ancia de informació­n. Una serie de reclamos nos distrae todo el rato hacia productos o experienci­as que prometen felicidad: pero no nos la darán, nos dicen los estoicos, si no nos centramos en la imperturba­bilidad que nos da el verdadero saber. Ante las pantallas, los mensajes de WhatsApp, Twitter, correo electrónic­o o la publicidad que nos distrae, hay que centrarse en la imperturba­ble serenidad del ser, más allá de la muerte y del dolor, de la enfermedad, de la pandemia y de las muchas zozobras del día a día. Pensemos en Marco Aurelio, que llevó sobre sus hombros el peso más grande que un ser humano puede soportar, o en el rico y desdichado Séneca, en el más duro ambiente de intrigas palaciegas: ellos nos dan una buena clave. Son voces lejanas pero seguras para buscar consejos sobre qué hacer en la vida y cómo buscar la coherencia precisa y no caer en lamentos o bufonadas. El ejemplo de una vida coherente será lo que nos quede, el ejercicio de la virtud como «askesis» mediante el conocimien­to para alcanzar el fin supremo del ser humano. El hombre puede realizarse como ciudadano del cosmos en este universo dotado de una razón suprema («logos»), que actúa conforme a las leyes de la naturaleza y lo interconec­ta todo en una «sympatheia» global. Pero es la ética cotidiana y práctica de la virtud lo que nos mejora y nos acerca a esta naturaleza inteligent­e, también para comprender­la mejor.

El estoicismo fue la filosofía más popular en el mundo helenístic­o y romano y hoy vuelve con enorme fortuna entre los modernos, empresario­s o políticos. En la época de la crisis económica y pandémica, el estoicismo nos sigue iluminando, como expone Massimo Pigliucci con razones convincent­es en «Cómo ser un estoico» (Ariel). Los más famosos de los estoicos, aparte del fundador Zenón, fueron romanos de pro como los citados Séneca y Marco Aurelio. Recordaré también al gran Epicteto cuyo imprescind­ible «Manual de Estocismo» (Edaf) ha sido recienteme­nte traducido y anotado de forma impecable por Óscar Martínez García. No conviene perder de vista la actualidad de este modo de pensar: tan moderno que parece hecho a medida de la moderna autoayuda para superar el dolor, la muerte o la desesperan­za. Los romanos no necesitaro­n psicólogos gracias al estoicismo.

 ?? MUSEO DEL PRADO ?? El filósofo clásico Séneca, a los ojos de Giuliano Finelli, quien lo inmortaliz­ó en mármol de Carrara
MUSEO DEL PRADO El filósofo clásico Séneca, a los ojos de Giuliano Finelli, quien lo inmortaliz­ó en mármol de Carrara

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