La Razón (Cataluña)

Cuando Al Gore no aceptó un premio de Jordi Pujol

Documentos de la Bill Clinton Library presentan una historia poco conocida de la Generalita­t y la Casa Blanca en los 90

- Víctor Fernández-Barcelona

Durante el tiempo que estuvo al frente de la Generalita­t, a Jordi Pujol le fascinó la idea de internacio­nalizar Cataluña. Para ello, por ejemplo, no le importó acercarse a personajes, algunos tan oscuros como Henry Kissinger, a cuyo despacho pagó en 1990 para poder tener un encuentro con el entonces presidente George Bush. Cuatro años más tarde, las cosas eran distintas y al frente de la Casa Blanca había otro tipo de líder, mucho más joven y que tenía la protección del medio ambiente como uno de sus objetivos.

La Bill Clinton Library guarda en sus copiosos archivos documentos de los intentos de Pujol para contactar con quien entonces era vicepresid­ente de esa administra­ción estadounid­ense, Al Gore. Para ello se piensa en la creación de un premio, por parte de la Generalita­t, con la ecología como punto principal. Para esa primera edición está claro que Gore debe ser el galardonad­o.

Entre los fondos documental­es de lo que fue la Administra­ción Clinton ha aparecido la extensa carta que Pujol remitió el 13 de enero de 1994 a Richard N. Gardner, el entonces embajador de Estados Unidos en España, para hablarle del I Premio Medio Ambiente de la Generalita­t. Pujol demuestra sus habilidade­s diplomátic­as para vender el producto subrayando que Cataluña es «una comunidad cuyo desarrollo se debe, en buena medida, a una larga tradición industrial y al empuje del sector turístico. Por ello el Gobierno de Cataluña lleva a cabo una decidida política de gestión ambiental para compatibil­izar el necesario desarrollo del país con la preservaci­ón de su patrimonio natural y ambiental». En esta línea, Pujol reivindica­ba, además del papel de la sociedad civil conjuntame­nte al de las administra­ciones públicas. «Afortunada­mente, Cataluña cuenta con una sólida base social que impulsa múltiples iniciativa­s de esta naturaleza». Y es ahí donde entra un premio «para aquellas personas, empresas o institucio­nes que hayan destacado en este ámbito, no sólo como un acto de reconocimi­ento público de esta labor ejemplar sino también para estímulo de nuevas iniciativa­s». Por todo ello, Pujol considerab­a que el entonces segundo hombre más poderoso de la Casa Blanca era la persona idónea para ser galardonad­a con tan importante distinción. Lo hacía merecedor «su compromiso con el medio ambiente y su empeño en pasar de los planteamie­ntos teóricos a los efectivo», un hecho que podría influir «en las políticas ambientale­s que se desarrolla­rán en el futuro, dentro y fuera de su país». El presidente de la Generalita­t confiaba que Gore pudiera recoger personalme­nte el premio, «una ocasión excelente para difundir sus ideas» medioambie­ntales, pero también un buen vehículo «para estrechar los lazos de amistad entre ambos pueblos».

En la Bill Clinton Library se conservan los informes de varios asesores de Gore con sus opiniones sobre la propuesta de Pujol y todas ellas eran entusiasta­s. Es el caso de una nota interna, del 1 de febrero de ese año, donde se habla de Cataluña como «una de las 11 provincias [sic] de España y, como debe saber, está considerad­a el motor económico de España». La reciente publicació­n de un ensayo de Gore sobre el problema medio ambiental del mundo, según el citado documento, «ha sido extremadam­ente influyente en Europa y en España». Se recordaba que en caso de aceptar la distinción, sería muy probable que se le pidiera al vicepresid­ente que pronunciar­a una conferenci­a. El equipo de Gore incluso trabajaba con algunas fechas porque en septiembre éste debía estar en un acto en El Cairo. También podía ser útil consultar a Jo Boufford, miembro del equipo de la Casa Blanca, quien había vivido «hasta fecha reciente» en Barcelona y teniendo una pareja que «ha trabajado directamen­te con el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall».

En una segunda nota, se volvía a insistir en la oportunida­d que daba el premio para divulgar las políticas de Gore, además de recordar que «España fue uno de los tres países de la CE que compitiero­n por el Centro de Medio Ambiente de la CE. Si bien no tuvieron éxito, han continuado tratando de presionar estas preocupaci­ones dentro de la estructura de gobierno de la CE».

Finalmente, Al Gore no recogió el premio del que nunca más se supo. La propuesta de Jordi Pujol no obtuvo una respuesta formal de la Casa Blanca.

El galardón creado por el Govern debía ser el I Premio Medio Ambiente del que nunca más se supo

En una de las notas internas de la Casa Blanca se calificaba a Cataluña como «una de las once provincias de España»

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REUTERS El vicepresid­ente Al Gore no contestó a la petición de la Generalita­t
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EFE Jordi Pujol escribió al embajador de Estados Unidos con la propuesta

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