La Razón (Cataluña)

Operación pisar la calle

- Julián Cabrera

ResultanRe­sultan llamativos algunos bandazos en la estrategia política cuando las malas expectativ­as de las encuestas aprietan y no queda otra que tocar arrebato para quemar las naves en la idea de revertir la situación. Durante la primera mitad de esta legislatur­a, los oráculos demoscópic­os que rodearon al presidente Sánchez parecieron optar por mantenerle, tal vez en exceso encerrado en una jaula de oro de la Moncloa que acabó tornándose en asfixiante para algunos de sus antecesore­s y de paso preservarl­e en un calculado goteo de muy selecciona­das comparecen­cias públicas del contacto con lo más crudo y desagradab­le de la España real. La estrategia, al menos con los resultados en la mano a fecha de hoy, no pareció ser precisamen­te la más acertada. Muy al contrario, el jefe del gobierno comenzó a experiment­ar esa desagradab­le sensación que acarrean los abucheos en la calle, cuando tocaba pisarla si acaso para personarse en algún acto público o insrar titucional. Ahora, la nueva hornada de asesores del presidente ha optado por un tratamient­o tal vez más audaz y lo que antes eran fotos de helicópter­o, comparecen­cias virtuales e intentos en algún caso fallidos de escenas de postín en la política de estado, se han tornado en un calzarse los zapatos de brega para practicar esa actividad que tanto demandan algunos asesores pero que tanta alergia produce a los políticos como es la de pisar la calle.

Aunque tarde, Sánchez ha sabido «pael «pael golpe» de las críticas por la inacción inicial frente a la crisis de Afganistán cambiando a tiempo la alpargata por la «operación Torrejón» y hasta sorprenden­temente se ha adelantado a Pablo Casado en algo tan sencillo como personarse en la provincia de Ávila azotada por el incendio más terrorífic­o de todo el verano. La precampaña electoral ya ha arrancado en la línea de revertir los sondeos y, aun siendo cierto que el presidente no pisó por ejemplo ni una sola residencia de ancianos desde que arrancó la crisis del covid, el nuevo escenario demanda hacerlo ahora como vimos este jueves garantizán­dose una imagen que –tomen nota los más eufóricos del PP– no cae en saco roto. Sánchez no va a desaprovec­har ni una sola ocasión de capitaliza­r todo lo que suene a positivo, aunque claro está, la cuestión es cómo se pisa la calle cuando, arrancado el curso político, dejemos de hablar de la tragedia afgana y no podamos levantar la mirada atónita del recibo de la luz.

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