Un error de cálculo de consecuencias inciertas
¿En qué medida afecta el atentado en Kabul a la Administración Biden?
El atentado es otro acontecimiento espantoso que refuerza la impresión, en la opinión pública estadounidense y en todo el mundo, de que la Administración Biden ha juzgado muy mal el alcance, la complejidad y las ramificaciones sobre el terreno de un plan de retirada anunciado de antemano: «Estaremos fuera en una fecha X». Y que la Casa Blanca ha hecho una chapuza con la propia retirada. El presidente –del que se esperaba ampliamente que fuera un contrapunto «experimentado y competente» a su muy inexperto y rutinariamente incompetente predecesor, Donald Trump, está sufriendo en consecuencia en las encuestas y es objeto de intensas críticas bipartidistas.
¿Podría Biden verse obligado a dimitir a causa de esta crisis?
No hay ninguna posibilidad de que Biden dimita como resultado de este fiasco. Hablar de ello –y de las «exigencias» performativas de que dimita por parte de los republicanos de la bancada del Congreso– no significa nada. Los presidentes estadounidenses no dimiten cuando las cosas van mal en el extranjero; eso nunca ha ocurrido. Además, aunque los estadounidenses están casi universalmente consternados y angustiados por el sufrimiento actual y probablemente futuro de los civiles afganos, también están casi universalmente resignados a la idea de que nuestra retirada de ese país es necesaria, adecuada y debería haberse producido hace tiempo. Así que, aunque relativamente pocas personas están dispuestas a decirlo en voz alta, sospecho que la mayoría de los estadounidenses piensa para sí mismo que lo que están viendo ahora en la televisión es el desafortunado «coste» de un resultado que en realidad aprueban
El atentado en el aeropuerto de Kabul, ¿es una señal de guerra civil en Afganistán?
Habrá conflictos tribales y étnicos. La presencia continuada de Al Qaeda y de grupos afiliados al Etado Islámico en Afganistán es más que preocupante. Aunque los talibanes gozaban del apoyo del EI paquistaní por cínicas razones geopolíticas, los grupos afiliados en el propio Pakistán pueden ahora envalentonarse con la victoria de su aliado en Kabul y amenazar con desestabilizar al Gobierno de Islamabad. Lo cual es una posibilidad que Occidente tendrá que vigilar y contener cuidadosamente de alguna manera –Pakistán tiene un arsenal nuclear, después de todo–, sin regresar con fuerza o volver a involucrarse en operaciones militares regulares y activas. Eso también parece extremadamente improbable en este momento. EE UU ha perdido su apetito por «arreglar el sur de Asia». La voluntad de EE UU de comprometer vidas y tesoros en el extranjero aumenta y disminuye de forma muy dramática década tras década; por lo general nos preparamos tarde y «entramos», para perjuicio de todos, y posteriormente nos inclinamos por «salir» y desmovilizarnos, demasiado precipitadamente, una vez que se fija la impresión pública de que las cosas se han torcido y ya no vale la pena».