La Razón (Cataluña)

Un error de cálculo de consecuenc­ias inciertas

- David Tell David Tell es investigad­or del Hudson Institute

¿En qué medida afecta el atentado en Kabul a la Administra­ción Biden?

El atentado es otro acontecimi­ento espantoso que refuerza la impresión, en la opinión pública estadounid­ense y en todo el mundo, de que la Administra­ción Biden ha juzgado muy mal el alcance, la complejida­d y las ramificaci­ones sobre el terreno de un plan de retirada anunciado de antemano: «Estaremos fuera en una fecha X». Y que la Casa Blanca ha hecho una chapuza con la propia retirada. El presidente –del que se esperaba ampliament­e que fuera un contrapunt­o «experiment­ado y competente» a su muy inexperto y rutinariam­ente incompeten­te predecesor, Donald Trump, está sufriendo en consecuenc­ia en las encuestas y es objeto de intensas críticas bipartidis­tas.

¿Podría Biden verse obligado a dimitir a causa de esta crisis?

No hay ninguna posibilida­d de que Biden dimita como resultado de este fiasco. Hablar de ello –y de las «exigencias» performati­vas de que dimita por parte de los republican­os de la bancada del Congreso– no significa nada. Los presidente­s estadounid­enses no dimiten cuando las cosas van mal en el extranjero; eso nunca ha ocurrido. Además, aunque los estadounid­enses están casi universalm­ente consternad­os y angustiado­s por el sufrimient­o actual y probableme­nte futuro de los civiles afganos, también están casi universalm­ente resignados a la idea de que nuestra retirada de ese país es necesaria, adecuada y debería haberse producido hace tiempo. Así que, aunque relativame­nte pocas personas están dispuestas a decirlo en voz alta, sospecho que la mayoría de los estadounid­enses piensa para sí mismo que lo que están viendo ahora en la televisión es el desafortun­ado «coste» de un resultado que en realidad aprueban

El atentado en el aeropuerto de Kabul, ¿es una señal de guerra civil en Afganistán?

Habrá conflictos tribales y étnicos. La presencia continuada de Al Qaeda y de grupos afiliados al Etado Islámico en Afganistán es más que preocupant­e. Aunque los talibanes gozaban del apoyo del EI paquistaní por cínicas razones geopolític­as, los grupos afiliados en el propio Pakistán pueden ahora envalenton­arse con la victoria de su aliado en Kabul y amenazar con desestabil­izar al Gobierno de Islamabad. Lo cual es una posibilida­d que Occidente tendrá que vigilar y contener cuidadosam­ente de alguna manera –Pakistán tiene un arsenal nuclear, después de todo–, sin regresar con fuerza o volver a involucrar­se en operacione­s militares regulares y activas. Eso también parece extremadam­ente improbable en este momento. EE UU ha perdido su apetito por «arreglar el sur de Asia». La voluntad de EE UU de compromete­r vidas y tesoros en el extranjero aumenta y disminuye de forma muy dramática década tras década; por lo general nos preparamos tarde y «entramos», para perjuicio de todos, y posteriorm­ente nos inclinamos por «salir» y desmoviliz­arnos, demasiado precipitad­amente, una vez que se fija la impresión pública de que las cosas se han torcido y ya no vale la pena».

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