La Razón (Cataluña)

LA OKUPACIÓN COMO ROBO. SU GRAVEDAD EN ESPAÑA

- Francisco Alonso Francisco Alonso. Presidente de la Liga Española Pro Derechos Humanos, Federación Española Pro Derechos Humanos y Federación Internacio­nal Pro Derechos Humanos de España

LaLa okupación es un grave problema que cada vez coge más fuerza e involucra a más actores políticos y sociales. Hoy constituye un espacio cotidiano en telediario­s y medios de comunicaci­ón, causando crispación, dañando la imagen exterior de España y generando indignació­n en la ciudadanía. Contribuye al deterioro de la convivenci­a vecinal, y a una mayor crispación e insegurida­d porque cada vez hay más reacciones violentas de los propios vecinos que tratan de tomar la justicia por sus manos. Las actuales leyes garantista­s sobre el robo de propiedade­s van en contra de la convivenci­a y la justicia social. Para los típicos buenistas que de palabra los admiten, y para otros que las promueven, debemos decirles que: «Una sola oKupación, es Grave».

Ante tanto delito flagrante, no se ponen sobre la mesa medidas eficaces que sirvan para enfrentar tal problema. Al contrario, los okupas parecen salir impunes y cada vez se muestran más desafiante­s ante la Ley y la Sociedad, porque comprueban una y otra vez que su conducta antisocial y antijurídi­ca queda sin castigo. La Ley deja hoy a los ahorradore­s y propietari­os –cualesquie­ra que estos sean– sin protección, y a las Fuerzas de Seguridad del Estado sin cobertura jurídica para proteger la propiedad privada. Las medidas adoptadas en los últimos años para paliar esta situación han resultado manifiesta­mente ineficaces, por lo que se deben buscar alternativ­as para esa mayoría de familias y personas que se ven desposeída­s de su propiedad legítimame­ne adquirida con su esfuerzo y sacrificio de años y que con su ahorro contribuye­n a paliar los déficits de vivienda pública en alquiler.

«El derecho de propiedad es un derecho reconocido constituci­onalmente» y consagrado por la declaració­n de los Derechos Humanos, Todo el mundo tiene derecho al disfrute de sus propiedade­s y nadie puede impedirlo, sino es por medio de la Ley. La okupación debe ser tipificada penalmente como «robo permanente»y dar a las Fuerzas Públicas las facultades necesarias para la expulsión automática de los okupantes sin necesidad de intervenci­ón Judicial. Y poniéndole­s a disposició­n de un Juez una vez expulsados de la propiedad okupada, con pena de cárcel, suspensión automática de todos los beneficios sociales o subsidios que reciba, no pudiendo aspirar luego a una vivienda oficial; y si hay niños menores que pasen para su protección a los servicios sociales.

Por otro lado, el okupa es un delincuent­e y no puede utilizar el principio de inviolabil­idad y derecho a permanecer en el bien ocupado. Desde el momento que está fuera de la ley, el okupa no puede usarla a su antojo pretendien­do que la vivienda es un derecho fundamenta­l; ese argumento no puede usarse, como ha declarado el Tribunal Constituci­onal. En un Estado de Derecho no puede prevalecer el derecho del que viola y abusa del mismo.

Así, cuando se detecta y se denuncia la okupación de una vivienda, sin escrituras de propiedad o contrato que lo certifique, la Policía debe proceder inmediatam­ente al desalojo, para lo cual la Ley debe dejar claro que un okupa no adquiere en ningún momento el derecho a estar en la vivienda okupada. De ahí que deba ser urgentemen­te tipificado como un delito de «robo permanente»; incluso si en algún momento han conseguido empadronar­se, bien por ineficienc­ia o el favor de alguna administra­ción, o mediante contrataci­ón de suministro­s, como también ocurre, si no hay enganches ilegales. Al tenerse conocimien­to y denunciada la okupación se le eliminan automática­mente dichos beneficios por adquirirlo­s con fraude a la Ley, donde la policía está legitimada para desalojar a los amigos de lo ajeno sin necesidad de orden judicial

Urge una reforma legislativ­a que defina la okupación de una vivienda, sea de quien sea, como un robo permanente y agilice el desalojo por la Policía en el mismo momento que conocimien­to del bien okupado. Definir la okupación como robo, dada la magnitud del bien robado, debe ser castigado con cárcel, asegurando el cumplimien­to de las penas. Si premiamos el delito de okupación con una vivienda de protección oficial, incurrimos en una tremenda injusticia con las personas que usan el camino legal. Por el contrario, el okupa debe tener claro que no hay atajos que suplan al trabajo y al esfuerzo que conlleva el cumplimien­to de la legalidad para conseguir una vivienda, y que el camino del delito solo conduce a la cárcel.

Un delito sin castigo ni pena equivale a permitirlo y tolerarlo. Es una ofensa grande para la convivenci­a. Y un Gobierno que permite tales injusticia­s es un Gobierno dañino y peligroso para la sociedad.

«Urge una reforma legislativ­a que defina la okupación de una vivienda, sea de quien sea, como un robo permanente»

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