«CON IRÁN TENEMOS OTRAS OPCIONES, SI FALLA LA DIPLOMACIA»
DadoDado que a nadie se le escapa cuáles son las opciones habituales cuando un gobierno extranjero, normalmente asiático o africano, no hace exactamente lo que le gusta a la Casa Blanca, la única duda que campea en el aire es si también piensan enrolar a los aliados de la OTAN en la hipotética aventura iraní. Lo digo porque el país de los ayatolás es bastante grande, tiende a agreste y está habitado por unas gentes bastante peleonas –pusieron un millón de muertos en la guerra contra Irak– y dispone de unas milicias que han sido capaces de parar al Estado Islámico en Siria, pese a la ceguera occidental, que, al parecer, prefería a los fanáticos islamistas gobernando en Damasco en lugar del dictador Asad, bajo cuyo mando las mujeres pueden estudiar, salir a la calle y trabajar. De no ser por los rusos y los iraníes hubiéramos tenido Califato Islámico
en Siria e Irak para rato, lo que, créame, señor presidente, no hubiera sido una buena noticia, y si no que se lo pregunten a los yazidíes y a los kurdos, que de eso saben más que nosotros. Ahora bien, si hay que invadir Irán porque es un país malvado, protector de terroristas, que no respeta los derechos humanos y que quiere fabricar una bomba atómica, como Cuba, pero sin centrifugadoras, y como Corea del Norte, pero ya con bomba, pues deberían ustedes los norteamericanos firmar una especie de contrato con los socios de la OTAN en el que se especificara claramente el objetivo de la misión. Porque no es lo mismo destruir las infraestructuras de un país, hasta devolverle a la Edad Media, cosa para la que andan ustedes sobrados de medios, que llevar la democracia y el respeto a los derechos humanos, que algunos locales van y se lo creen y a la vuelta de veinte años se quedan tirados y buscando una frontera por la que escaparse. Me dirá usted que a veinte años vista le da lo mismo, pero piense que la mayoría de los marines que murieron en el atentado de Kabul acababan de nacer cuando nos metimos en el lío afgano. A lo mejor, conviene volver a la mesa de negociación.