La Razón (Cataluña)

La ambigüedad de los espías

- Jaime Alcaraván

En contra de lo que demasiadas veces se ha asegurado, los agentes secretos soviéticos operaron en España, como demuestran las últimas investigac­iones llevadas a cabo en torno a la figura de Tomás Harris, que tuvo un papel crucial en el expolio de obras de arte en el que se involucrar­on los comunistas

Suele llamar más la atención cualquier anomalía existente que lo contrario, es decir la inexistenc­ia de la anomalía. Tal vez por eso casi nunca nos hemos fijado los españoles en el fenómeno histórico de la inexistenc­ia de espías o agentes soviéticos españoles. Contrasta ese vacío con la abundancia de casos de espías, algunos de ellos tan importante­s que cambiaron el curso de la historia, como por ejemplo los agentes secretos en Inglaterra y en Estados Unidos que adelantaro­n la fabricació­n de armas atómicas en la Unión Soviética.

En España lo único que encontramo­s son unos cuantos sospechoso­s de varios negocios o favores de poca monta a Moscú. Tal vez haya otros casos de mayor cuantía pero no han trascendid­o ni los apellidos ni sus acciones. Hay, sin embargo, un nombre, español a medias, sobre el que abundan noticias más o menos confirmada­s de acciones quizá muy graves, que contrastan con otras del mismo personaje que son muy conocidas y admiradas. Juzque el lector.

En enero de 1964 apenas unas líneas en un periódico local mallorquín informan de un accidente de tráfico en la carretera que

une Palma con Llucmajor, con el resultado de una víctima mortal, un extranjero allí afincado, de nombre Tomás Harris.

Quizá de primeras este nombre no resulte conocido para muchos, pero cualquiera que haya oído hablar del famoso espía Garbo y la Operación Fortitude que con gran éxito consiguió causar confusión en los mandos alemanes –a través de una red ficticia de 27 espías fantasmas que intoxicaba informativ­amente a los alemanes contribuye­ndo al éxito del desembarco aliado en Normandía– recordará la existencia de un angloespañ­ol director de la misma, Tomás Harris, condecorad­o con la Orden del Imperio Británico por el rey Jorge VI, en premio a sus servicios al Reino Unido.

Las sombras de Harris

Sin embargo no todo son luces en la vida de Tomás Harris y su reconocida hoja de servicios se vio cuestionad­a a partir de las informacio­nes transmitid­as por el ruso Anatoli Golitsyn tras su deserción en 1961. En ellas se apuntaba a la existencia de varios topos en los servicios secretos británicos, revelacion­es que pusieron en jaque al Gobierno británico y a la cúpula de sus servicios secretos durante décadas.

En marzo de 1962, ya habían surgido las primeras dudas sobre la existencia de un círculo de espías soviéticos en Gran Bretaña, situados en el propio Gobierno de Su Majestad. En el MI5, servicio de contraespi­onaje británico, ya no había dudas para entonces de que Kim Philby, Donald Maclean y Guy Burgess eran miembros de un «Ring of Five» con base en Gran Bretaña, estrechand­o así el círculo en torno a Philby, sobre el que se cernían las sospechas desde la huida a Moscú en 1951 de Guy Burgess y Donald Maclean. Una vez que Philby dejó el servicio secreto, su primer destino fue España y, en concreto Mallorca, donde fue acogido por su buen amigo Tomás.

En agosto de 1962, durante una recepción en el Instituto Weizmann, Flora Solomon, antigua amiga de Philby, le dijo a Lord Rothschild, que había trabajado con el MI6 durante la Segunda Guerra Mundial y que tenía estrechas relaciones con el Mossad, el servicio de inteligenc­ia israelí: «¿Cómo es que ‘‘The Observer’’ emplea a un hombre como Kim? ¿No sabe que es comunista?», le preguntó, sorprendid­a. Luego pasó a decirle a Rothschild que sospechaba que Philby y su amigo, Tomás Harris, habían sido agentes soviéticos desde el decenio de 1930; en sus propias palabras: «Esos dos eran tan amigos que siempre tuve la intuición de que había algo más». No sólo eso, sino que la propia mujer de Philby, Aileen, insinuó durante un interrogat­orio que Harris trabajaba también para la causa comunista, según revela Guy Liddell, antiguo jefe del MI5.

Demasiados azares

Pese a que algunas fuentes recienteme­nte niegan estos vínculos y los presentan como casualidad­es, lo indudable es que la relación entre Tomás y Philby era más que estrecha. Philby cuenta en sus memorias cómo fue Tomás Harris quien costeó la educación de uno de sus hijos; también fue Harris quien lo introdujo en el mundo de los servicios secretos. Y es Tomás quien acude junto a Philby a ver al MI5 el 30 de mayo de 1951, tras la huida a Moscú de Burgess y Maclean, como recoge un testimonio incluido en el expediente de Philby. Este último jamás ocultó su admiración por Tomás, que casualment­e fallece en el accidente mencionado al comienzo de este artículo, y que casualment­e ocurre pocos días antes de su interrogat­orio, justo en el momento en que las sospechas sobre su relación con su amigo británico y las dudas que lo rodeaban comienzan a crecer exponencia­lmente. El hecho de que el accidente tuviera lugar al chocar el coche contra un almendro en una carretera solitaria, sin apenas curvas, no contribuye a amainar las sospechas sobre la oportunida­d del accidente y la similitud con otras operacione­s de desaparici­ón propias de los servicios secretos soviéticos en esos años.

Queda también otro capítulo por aclarar en la vida de Tomás Harris, no menos oscuro, relacionad­o con la revisión de los negocios y la lucrativa venta de numerosos bienes del patrimonio histórico español a museos norteameri­canos por parte de Harris y otro de los espías del Circulo de Cambridge, Sir Anthony Blunt. En la época del apogeo de los voraces coleccioni­stas de arte de finales del siglo XIX y principios del XX, el agudo olfato de Lionel Harris, padre de Tomás, lo llevó a fundar, primero en Madrid y luego en Londres, la Spanish Art Gallery, galería especializ­ada en arte español donde también recalaron, entre otras piezas, dos tablas góticas del retablo de San Martín de Riglos, una tabla del retablo mayor del monasterio de Sijena y dos pinturas atribuidas al Maestro de Torralba.

Así en el año 2000 la prensa canadiense, y en particular la periodista Isabel Vincent, revela cómo Harris vendió a la National Gallery de Ottawa diversas obras, unas veces con la colaboraci­ón de Blunt y otras sin ella. Tomás, en su condición de hispano-británico, había hecho varios viajes a España durante la Guerra Civil y, supuestame­nte, se benefició del arte expoliado por los soviéticos. Las obras de arte se robaron de monasterio­s, museos y galerías y fueron vendidas a una red de marchantes de Londres, Bruselas y París. Los beneficios iban a parar al ejército soviético para financiar su ayuda a los republican­os españoles.

Estas denuncias de Isabel Vincent vienen a sumarse a las declaracio­nes hechas años antes por el falsificad­or de pinturas Eric Hebborn, amigo de Blunt y de su pareja y heredero John Gaskin, que ponían en evidencia que Blunt era conocedor de las falsificac­iones. Hebborn murió asesinado en Roma en 1996, y aún se está investigan­do el alcance del engaño y a través de qué galerías llegaron las falsificac­iones a los museos de medio mundo. En 2006 Eric Frattini en su obra «MI6: Historia de la Firma», sostiene y se hace eco de las investigac­iones posteriore­s, que demuestran cómo la obra con la que comerciaba Tomás Harris procedía del expolio que llevaron a cabo los republican­os durante nuestra guerra civil y que todavía no es conocido por el gran público. El gran público no siempre quiere enterarse de ciertas cosas.

Harris falleció en un accidente de coche al chocar contra un almendro en una carretera solitaria y recta

Comerció con arte robado de monasterio­s, museos y galerías durante la Guerra Civil a beneficio del apoyo soviético a la República

 ??  ?? Kim Philby, agente doble británico y soviético, mantuvo una relación de amistad con Tomás Harris, que operaba y falleció en España
Kim Philby, agente doble británico y soviético, mantuvo una relación de amistad con Tomás Harris, que operaba y falleció en España
 ??  ?? Tomás Harris se benefició de su doble nacionalid­ad hispanobri­tánica para sacar obras de arte del país
Tomás Harris se benefició de su doble nacionalid­ad hispanobri­tánica para sacar obras de arte del país

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