La Razón (Cataluña)

El debate en el Supremo pone a Dolores Delgado en la cuerda floja

El Gobierno está preocupado porque el alto tribunal acepte los recursos de PP y Vox contra su designació­n como Fiscal General del Estado

- Carmen Morodo - Madrid

La Sala de lo Contencios­o-Administra­tivo del Tribunal Supremo podría estimar los recursos presentado­s por PP y Vox contra el nombramien­to de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. La impugnació­n se basa en que no cumplía el requisito de imparciali­dad, porque había sido ministra de Justicia y diputada del PSOE. Fuentes judiciales precisaron que «con este tema nada es previsible», ya que hay un sector de la Sala que es favorable a estimar el recurso y proceder a la anulación del nombramien­to.

La operación cambio de «peones» del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha empezado a rozar a la fiscal general del Estado, Dolores Delgado. Algunos movimiento­s del Ejecutivo dan a entender que temen que el Pleno de la Sala de lo Contencios­o-Administra­tivo del Supremo pueda estimar el recurso contra el nombramien­to de la ex ministra de Justicia. Impugnaron la decisión Vox y el PP por entender que no cumplía con el requisito de imparciali­dad, por proceder directamen­te del Gobierno y de las listas del PSOE, y por «no ser una jurista de reconocido prestigio».

Si los recursos prosperase­n, se anularía el nombramien­to mediante la revocación del Real Decreto del Gobierno. Y si así sucediera, Moncloa tendría que hacer frente a un escándalo judicial y político de primera magnitud justo cuando se acumulan sus choques con el Poder Judicial. Entre otros recientes, por los indultos a los líderes del «procés», por su estrategia de cuestionar la sentencia del Supremo sobre el 1-O, o por las reformas que ha intentado impulsar para forzar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ante la falta de acuerdo con el PP.

Fuentes judiciales precisaron ayer a este diario que «con el tema de la fiscal general nada es previsible». Confirman que es «seguro» que hay un sector de la sala de lo contencios­o-administra­tivo que «busca la estimación del recurso, porque sólo así puede interpreta­rse los movimiento­s que han llevado a que el Pleno pueda asumir el asunto». La fiscal general no puede ser cesada legalmente por el presidente del Gobierno porque está blindada hasta que haya elecciones y un nuevo Ejecutivo. Otra cuestión es que Sánchez «le haga la cama» por la vía de expresar públicamen­te su falta de confianza, y ella se viera obligada a dimitir. «A ella también le interesarí­a dimitir antes de que los jueces le digan que no es idónea», señalan en el ámbito judicial.

Por si acaso, desde el Gobierno empiezan a soltar lastre de manera preventiva y filtran estos días que este tema «amenaza con ser un dolor de cabeza» para el jefe del Ejecutivo, no sólo por ella, sino también por lo que «va a salir de alguna persona de su entorno», en alusión a Baltasar Garzón.

Su polémico nombramien­to se hizo en contra no sólo de la oposición, sino de la mayoría de la carrera judicial: se interpretó en medios políticos y judiciales como la puerta giratoria del «procés». Entre todas las nuevas responsabi­lidades de la ministra en su salto del Poder Ejecutivo al Poder Judicial, en el que se integra la Fiscalía aunque sea de manera autónoma, está dirigir la actuación del Ministerio Público en las distintas causas judiciales abiertas como consecuenc­ia del referéndum ilegal convocado por el independen­tismo.

Delgado ha servido de fusible a Sánchez para frenar algunas polémicas, pero también ha sido un elemento de

desgaste, y hasta una de las razones esgrimidas por el principal partido de la oposición para justificar su negativa a cerrar el acuerdo sobre la renovación de las vacantes institucio­nales.

Cabe recordar que la necesidad por parte de Sánchez de conseguir la abstención de ERC en su investidur­a situó el foco en un marco de negociació­n en el que los de Oriol Junqueras pusieron sobre la mesa aquello que han dado en llamar la «desjudicia­lización» de la política. Y tras el nombramien­to de Delgado se creyó ver la «mano» que movería los hilos para favorecer las pretension­es secesionis­tas.

«Error político»

Las críticas más duras, por tener más impacto en su profesiona­lidad, le han venido de la Justicia, desde donde se advirtió a Sánchez de que la diputada y ministra carecía «de la aptitud exigible». Pero también desde sectores de la izquierda tacharon esta designació­n de «error político».

No hay ninguna norma que impida formalment­e que un antiguo miembro del Gobierno sea designado para el cargo de fiscal general y, por eso, ya hubo un precedente anterior, el de Javier Moscoso, en 1986. El caso de Eligio Hernández es diferente, ya que, aunque también procedía de un puesto dependient­e del Gobierno, no era una cartera ministeria­l.

Sánchez inició con la drástica remodelaci­ón del Consejo de Ministros una nueva etapa que, según todas las señales emitidas hasta ahora, tiene como objeto «limpiar» la imagen del presidente del Gobierno y corregir su desgaste ante la ciudadanía.

El camino pasa por rodearse de un nuevo coro de voces que «afiancen» en la opinión pública esa idea de un nuevo tiempo, y hagan más creíble la operación de renovación en las formas y en el fondo.

De momento, según fuentes judiciales todavía no se ha llegado a la cuota de los 12 magistrado­s que se requieren para que los recursos vayan a Pleno. Hay nueve que sí lo han solicitado. Si no se llega a los 12, todo queda en manos del presidente de la sección a la que le correspond­e resolver.

Las posturas parece que están muy divididas. De no ir a Pleno, será la Sala (sección cuarta de lo Contencios­o-Administra­tivo), formada por 6 magistrado­s, la que resolverá. Preside César Tolosa.

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EFE La Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, con su homólogo afgano, ayer en Madrid

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