EEUU podría cooperar con los talibanes para combatir al ISIS
La UE aboga por mantener contactos para cuestiones humanitarias y logísticas
Estados Unidos y el Reino Unido empiezan a darle un giro progresivo a la relación con los talibanes, que podría convertirse a medio plazo en un reconocimiento de su consolidación en el poder. Los insurgentes se hacían con el control de las principales capitales de provincia de Afganistán en apenas unas semanas y ante la pasividad del Gobierno afgano por evitar, en pocos días, el colapso de Kabul. Si bien el ministro de Asuntos Exteriores británico insistía en que el Reino Unido no reconocerá a los talibanes, Dominic Raab, también puntualizaba que al menos no «en un futuro a corto plazo», dando a entender que será inevitable hacerlo más adelante. Raab considera, además, que la cooperación con los talibán en los pasos fronterizos fue una «primera prueba importante» en su relación con Occidente. En la misma línea, el Pentágono se pronunciaba el día anterior sobre la coordinación de su país con los talibanes contra combatientes del Estados Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) y otros grupos terroristas que operan en el teatro afgano. Una cooperación en materia de contraterrorismo que el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general del Ejército Mark Milley, dijo ser «posible», sin entrar en detalles sobre los planes inmediatos a tales efectos. Con esas declaraciones de su cúpula militar, Estados Unidos pasa de luchar contra los talibanes a plantearse colaborar con ellos con un objetivo común: acabar con la amenaza terrorista de ISIS y otros grupos islámicos radicales. Durante la conferencia de prensa, Milley añadió que los talibanes son despiadados y que «habrá que ver si cambian o no», en un intento de otorgarles el beneficio de la duda.
En las últimas tres semanas, justo antes de que finalizara el plazo de la retirada definitiva de las tropas estadounidenses y sus aliados internacionales en Afganistán, los comandantes militares de Estados Unidos se han coordinado diariamente de manera estrecha con los altos mandos de los talibanes en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul para facilitar la evacuación de más de 123.000 personas, cerca de 250.000 en total contando con la ayuda de sus aliados internacionales. El presidente de Estados Unidos, el demócrata Jose Biden, ha subrayado en numerosas ocasiones durante las labores de evacuación que los talibanes son enemigos declarados de Estados Islámico en Afganistán (ISIS-K). Con ese tipo de comentario, Joe Biden ha resalado en diversas situaciones el interés compartido entre Estados Unidos y los insurgentes, meta común que ha definido la etapa final de su presencia militar en la capital afgana.
Pero ese acercamiento se produjo por una necesidad inmediata de culminar los veinte años de guerra con la mayor garantía de seguridad posibles para la población civil y el personal estadounidense durante la fase de evacuación de emergencia desde el aeropuerto internacional de Kabul. Así lo resaltó el general Milley desde el Pentágono, dejando claro que esa cooperación con los talibanes no fue necesariamente la línea de actuación que se va a
seguir en el futuro. Una vez finalizada esa etapa de repliegue este pasado 31 de agosto, culminaba de manera definitiva la presencia militar de EE UU en Afganistán y, por otro lado, también la diplomática, que se decidía trasladar a Doha, Qatar.
Estados Unidos conmemora en unos días el veinte aniversario de los atentados del 11-S, los mayores ataques terroristas sufridos en el país y, tras los cuales, las fuerzas armadas estadounidenses expulsaron a los talibanes del poder. Desde entonces, en 2001, Estados Unidos ha luchado sin descanso contra las amenazas terroristas sembradas por la complicidad talibán en lo que se bautizó como la Guerra contra el Terror. Hasta hoy, 2021.
Dos décadas después, las riesgos y desafíos en materia de terrorismo parecen haber planteado nuevos escenarios, según han destacado los diferentes líderes estadounidenses, sus secretarios de Estado y asesores de Seguridad Nacional en años recientes.
Ahora que la guerra de Afganistán ha terminado, la relación entre Estados Unidos y los talibanes, que cuentan con el dominio absoluto del país, está en proceso de transformación y plantea nuevas metas y retos a tener en cuenta que, con toda probabilidad, la irán moldeando en un futuro.
La UE, por su parte, también ha optado por el enfoque pragmático de hablar con hasta el diablo, aunque con límites. Los ministros de Asuntos Exteriores de los Veintisiete mantuvieron ayer un primer encuentro que se dilatará hasta hoy en el que abordarán como lidiar con el nuevo régimen surgido en Afganistán. La mayoría de los socios europeos han mantenido esta semana contactos con los talibanes para cuestiones de índole práctica como las evacuaciones de los afganos que han trabajado durante estos años para las fuerzas occidentales, aunque esto no implique un reconocimiento político como tal.
Según aseguró ayer el máximo representante de la diplomacia
comunitaria, Josep Borrell, este enfoque debe mantenerse, ya que los países europeos no han sido capaces de rescatar a todos sus colaboradores y esta operación de salvamento debe continuar aunque los militares hayan abandonado el aeropuerto internacional de Kabul. Por eso, los talibanes deben facilitar la creación de corredores humanitarios para que estas personas puedan salir
El jefe del Estado Mayor de EE UU ve «posible» un acercamiento a los integristas para rebajar la amenaza yihadista
Borrell condiciona un futuro reconocimiento del régimen talibán a «el tipo de gobierno que formen y cómo actúen»
del país en las próximas semanas o meses, lo que para el político español es el tema más «importante y urgente» en estos momentos. Borrell defendió la necesidad de coordinar una estrategia europea con condiciones. «Según el cumplimiento de estas condiciones y el tipo de gobierno que formen y cómo se comporten, podemos comprometernos de manera exitosa con ellos», explicó antes de que comenzase la reunión de los Veintisiete.
Además, la victoria de los integristas islámicos después de 20 años de presencia occidental en el país abre un nuevo equilibrio geográfico en el que potencias como China, Rusia, Pakistán o Turquía pueden intentar ganar influencia. La UE no quiere ceder terreno después de dos décadas en el país. Según avanzó Borrell, durante el día de hoy los ministros de Exteriores europeos analizarán el nuevo escenario mundial que se abre tras esta sacudida del tablero geopolítico y cómo debe reacciones la UE.