La Razón (Cataluña)

El éxodo afgano se queda sin salida

Pakistán cierra el último paso fronterizo con Afganistán. En Herat, las mujeres se reivindica­n como la gran fuerza de resistenci­a contra los talibanes en una protesta

- Antonio Navarro -

Consumada la salida definitiva de las fuerzas extranjera­s y clausurado el aeropuerto de Kabul, decenas de miles de personas tratan en estas horas de escapar del nuevo régimen talibán a través de las fronteras terrestres de Afganistán. Sin embargo, no va a ser nada fácil que abandonen territorio de Afganistán toda vez que los países vecinos han sellado sus fronteras, a pesar de la llamada de Naciones Unidas. Entretanto, camino de las tres semanas desde su llegada triunfal a la capital afgana, los fundamenta­listas han sido aún incapaces de anunciar la composició­n del nuevo Gobierno.

Uno de los países vecinos, Pakistán, decidió ayer cerrar uno de los últimos pasos fronterizo­s que mantenía abiertos con Afganistán (ambos países comparten más de 2.500 kilómetros de divisoria terrestre). La consecuenc­ia inmediata de la decisión de Islam abad han sido las estampidas de personas que se han producido en el paso de Chaman, segunda frontera comercial entre Afganistán y Pakistán. En una de ellas fallecía este jueves al menos una persona, según la CNN. Desde Islamabad se asegura no estar en condicione­s de admitir más refugiados; en torno a tres millones de afganos, llegados desde tiempos de la invasión soviética, viven en Pakistán. Miles de personas siguen aguardando junto a la frontera paquistaní para poder huir de suelo afgano. Por su parte, Turquía refuerza sus fronteras con Irán para bloquear un éxodo afgano desde Irán, que, a su vez, mantiene las suyas selladas aunque reconoce que varios miles de personas acceden a su territorio desde Afganistán cada día. De acuerdo con los datos de Naciones Unidas –que denuncia la «catástrofe humanitari­a» e insiste a los países vecinos de Afganistán para que abran sus fronteras y establezca­n espacios de acogida–, más de medio millón de afganos se han visto obligados a abandonar sus casas huyendo de la violencia y tratan de salir del país. Pese al temor europeo a que se produzca en los próximos meses un éxodo masivo de población desde el país de Asia Central, varios Estados miembros de la UE se han ofrecido a acoger ya a miles de afganos en situación de especial vulnerabil­idad. Mientras los fundamenta­listas se deciden por anunciar la composició­n del gobierno «inclusivo» prometido –parece claro que junto al gabinete habrá un consejo rector y un líder supremo por encima de ambos–, el nuevo régimen comienza a exhibir su nueva identidad y simbología. Parece claro que la bandera blanca con la profesión de fe musulmana impresa en negro será la bandera del emirato islámico, la cual se fabrica masivament­e en las últimas horas. A pesar de un panorama económico y social crítico, la vida trata en las últimas horas de abrirse paso en Kabul.

Una nueva normalidad se impone poco a poco.

En la ciudad de Herat, al oeste del país, un grupo de mujeres afganas se manifestó ayer para defender sus derechos, incluida su presencia en el nuevo Gobierno, en plena cuenta atrás para que los talibanes desvelen al fin la estructura del nuevo Estado. «Es nuestro deber tener educación, trabajo y seguridad» o «No tenemos miedo, estamos unidas» fueron algunos de los lemas que coreó el reducido grupo de mujeres –medio centenar– en las calles de la ciudad afgana cercana a la frontera iraní.Lo cierto es que la de Herat –las protagonis­tas de las protestas aseguran que las llevarán a otras localidade­s– es una expresión pública de descontent­o que habría sido imposible en los cinco años (19962001) en que los talibanes gobernaron Afganistán antes de ser derrotados por las fuerzas de la OTAN. Con todo, parece claro a tenor de las declaracio­nes de los portavoces talibanes que no habrá representa­ción femenina alguna en la alta dirección del Estado.

Lejos de Herat, en la provincia de Panshir, volvieron ayer a producirse enfrentami­entos armados en la provincia de Panshir, la única demarcació­n territoria­l que no se encuentra bajo control talibán. Según el medio local Tolo News, los integrista­s reivindica­n la recuperaci­ón de la zona central del distrito de Shutul entre otras posiciones de la resistenci­a, que aseguran ha perdido a 34 combatient­es. Algo que las fuerzas leales a Ahmad Massoud, el hijo del célebre señor de la guerra apodado como el «León de Panshir», niegan, aseverando, a su vez, que los talibanes han sufrido centenares de bajas en los citados combates. La guerra de cifras se ha desatado, al tiempo que parece abandonada por las dos partes la inicial apuesta negociador­a. Aunque por el momento las potencias occidental­es evitan hablar de establecim­iento de relaciones diplomátic­as con Afganistán –no es el caso de Rusia, China o Qatar-, todo apunta a que el régimen talibán comenzará a abrir líneas de comunicaci­ón con más Estados en las próximas semanas.

«No tenemos miedo, estamos unidas», gritaban las mujeres que reclamaban presencia femenina en el Gobierno

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EFE Decenas de afganos hacen cola tras el cierre del paso de Chaman en la frontera con Pakistán, ayer
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