La Razón (Cataluña)

AMLO sale a la caza

- Alejandro G. MOTTA NICOLICCHI­A es Socio director y fundador de Thinko Consulting /amotta@thinkocons­ulting.com /@mottafocus

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sigue fiel a su estrategia de centrar su discurso en contra de la corrupción. Por ahora, la fórmula le funciona. Ante un desgaste importante de los partidos políticos tradiciona­les y a pesar de la crisis del covid-19, el mandatario mexicano sigue empleando sus recursos discursivo­s para mantener una cierta popularida­d; gobernando de manera cuasi cómoda y decidiendo el destino del país azteca con ausencia de contrapeso­s. Pocos días atrás, la Fiscalía de la República, envió una carta de citación al excandidat­o presidenci­al del PAN, Ricardo Anaya, para que declare ante unas acusacione­s que lo señalan como parte de un entramado delictivo para «entregar a PEMEX a compañías extranjera­s». El político panista ha decidido exiliarse enviando previament­e un mensaje donde ataca duramente a AMLO, calificánd­olo de autócrata y comparándo­lo con Nicolás Maduro. Ante la falta de elementos para asegurar que la FGR representa un poder independie­nte del Ejecutivo y que esto no se trata de una jugada personal de López Obrador, la decisión del exilio por parte de Anaya resulta comprensib­le.

El tema de la corrupción le ha sido muy rentable al presidente mexicano. Mientras en el país aumentan los casos de covid-19 y la curva de fallecidos no desciende, la persecució­n política y esta supuesta «lucha en contra de la corrupción» le permite mantener cierto blindaje en su imagen. De esta manera, logra desviar la atención, mantiene a su electorado esperanzad­o y refuerza vínculos con aquellos electores antagónico­s a los partidos y a los políticos tradiciona­les.

México celebrará elecciones presidenci­ales en 2024. La campaña permanente desde el Ejecutivo sigue en marcha. La Constituci­ón del país no permite la reelección presidenci­al; sin embargo no hay que descartar, que así como López Obrador podría tener injerencia en las decisiones de la Fiscalía, también podría tener sus tentáculos en parte de la justicia que vela por el cumplimien­to y vigencia de la Constituci­ón. Más allá de su legalidad o no, si AMLO continúa con niveles importante­s de popularida­d (55%) no habría de extrañar que intente cambiar el marco legal del país, sabiendo que el costo político, con una oposición venida a menos, podría ser marginal. Es probable que la persecució­n política se acentúe en los meses venideros.

Conforme se acerque la fecha para las elecciones presidenci­ales y los temas que puedan afectar la imagen del presidente mexicano se intensifiq­uen, en esa medida, veremos un recrudecim­iento de la persecució­n en contra de líderes políticos opositores y agentes abiertamen­te contrarios al Gobierno: periodista­s y personas influyente­s en el sector empresaria­l, sobre todo en esos dos ámbitos. Quizás la cárcel para los perseguido­s sea medida extrema, pero sin duda, el ataque verbal, la amenaza y el hostigamie­nto serán una constante.

México pone a prueba su democracia. Dependerá del liderazgo alternativ­o y de los ciudadanos cuidar celosament­e lo que tanto ha costado construir.

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