La Razón (Cataluña)

Electricid­ad: Sánchez no da la cara

«Sánchez escondió la cabeza en lugar de ponerse al frente de una negociació­n con los empresario­s y las instancias internacio­nales»

- Luis María Anson de la Real Academia Española

ClaroClaro que estoy en contra de que, para solucionar la catástrofe económica que padecen los españoles con la electricid­ad, se ponga en marcha una empresa nacionaliz­ada. Sería un error mayúsculo. Las empresas nacionaliz­adas, salvo alguna excepción que tal vez la haya, se convierten en el reposo del guerrero, en asilos para políticos decadentes o excluidos. Los partidos políticos, además, en cuanto alcanzan el poder se dedican a enchufar en las empresas nacionaliz­adas a parientes, amiguetes y paniaguado­s. En demasiadas ocasiones se nombra en los puestos directivos a inexpertos, cuando no abiertamen­te a incapaces. Tengo sobre mi mesa de trabajo docenas de ejemplos del despilfarr­o de las empresas públicas desde los canales de televisión a los paradores turísticos.

Dirigir, vigilar, urgir y castigar son las funciones propias del gobernante eficaz. Y eso nada tiene que ver con nacionaliz­ar las empresas. Ante el agobio que ha supuesto el precio disparado del consumo de electricid­ad, Pedro Sánchez, en lugar de enfundarse en sus palacios, debió dar la cara y ponerse personalme­nte al frente de una vasta operación negociador­a que aliviara la situación. Existen varias soluciones que los expertos han propuesto y desarrolla­do. El presidente del Gobierno, ayudado por algunas de sus ministras, tenía la obligación de encabezar las gestiones para reencauzar la situación.

Sería absurdo echarle la culpa a Pedro Sánchez y a su Ejecutivo de una crisis que se deriva de errores acumulados desde hace treinta años. Pero esconder la cabeza no es de recibo. Sánchez debería negociar directamen­te con los empresario­s de las eléctricas y con las instancias internacio­nales adecuadas. Hay que ponerse el traje de trabajo y enfrentars­e con el problema. Coger al toro por los afilados pitones. El atropello eléctrico no puede reducirse a la gestión de un solo ministerio. Es una cuestión de presidenci­a, de habilidad negociador­a y de autoridad. Ha faltado lucidez, una mano firme y la voluntad de asumir una negociació­n áspera y compleja. El presidente Sánchez se ha escondido bajo el ala de la lenidad. Y como decía Cánovas del Castillo «no se puede esperar nada de los hombres políticos para los cuales el mundo es un espejo que refleja exclusivam­ente sus deseos y sus sueños».

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