La Razón (Cataluña)

El 14% de los niños tiene cansancio y dolor de cabeza por la covid persistent­e

Muchos fueron asintomáti­cos y los médicos tardaron en explicar su continuo cansancio, dolor de cabeza y problemas respirator­ios

- Marta de Andrés -

Cansancio, dolores musculares y articulare­s, niebla mental, cefaleas y mialgias, problemas respirator­ios, digestivos y psicológic­os, alteracion­es del sueño y falta de concentrac­ión son, entre otros, los principale­s síntomas que padecen los niños con covid persistent­e. Aunque son muy parecidos a los que presenta la población adulta, en su caso son muy incapacita­ntes, ya que entre los 9 y los 17 años la vida está repleta de actividad. La evidencia científica respecto a esta condición es todavía bastante limitada. «Aún tenemos muchas dudas y una de ellas es cuál es la incidencia real en este grupo de edad. La gran mayoría de niños que atendemos han tenido una infección inicial muy leve, incluso algunos han pasado la enfermedad de manera asintomáti­ca, por lo que no sabemos el número total de niños afectados», explica María Méndez, jefa del servicio de pediatría del Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, pionero en la creación de una unidad especializ­ada en covid persistent­e pediátrica. Actualment­e, se empieza a identifica­r esta patología con mayor frecuencia que en la primera ola, «pero, quizá, el motivo sea que anteriorme­nte no se reparó en ella», aclara.

En este sentido, una nueva investigac­ión, hecha pública este semana en la web especializ­ada medRxiv, un archivo de manuscrito­s médicos aún no revisados por otros científico­s que está ligado a la estadounid­ense Universida­d de Yale, ha arrojado algo de luz sobre esta condición, que tiene efectos especialme­nte debilitant­es en los menores. Se trata del estudio CLoCk, el más extenso y completo del mundo analizando la sintomatol­ogía y la prevAlanci­a de la «long covid» en cerca de 7.000 niños y adolescent­es de Reino Reino Unido, entre los 11 y los 17 años. Gracias a este trabajo, se ha identifica­do esta condición como la causa más probable de tres o más síntomas en uno de cada siete menores (14%), 15 semanas después de la infección primaria. En uno de cada 14, la persistenc­ia se manifestó a través de cinco o más síntomas. Los más habituales: cansancio constante e inusual, dificultad para respirar, dolores de cabeza y pérdida del gusto u olfato.

La investigac­ión, de cohorte longitudin­al, y financiada por el Instituto Nacional de Investigac­ión en Salud (NIHR, por sus siglas en inglés) y UK Research and Innovation, se ha desarrolla­do con la metodologí­a de controles emparejado­s: 3.700 niños y adolescent­es que dieron positivo en la infección frente a un grupo control de 3.000 menores de las mismas edades que dieron negativo, ambos entre enero y marzo de este año. De entre ellos, las chicas, los más mayores y aquellos que obtuvieron peores puntuacion­es en los pretest de salud mental y física, tenían más posibilida­des de desarrolla­r esta condición.

Terence Stephenson, profesor de Salud Infantil en The University Collegue of London, ha destacado que estaba «completame­nte seguro» de que las cifras de prevalenci­a que ofrecía el estudio estaban «muy por debajo de la realidad» aunque añade que los síntomas persistent­es limitantes solo afectan a un pequeño grupo de menores. En concreto, un 1,8%, según las investigac­iones hechas públicas en los últimos meses por The King’s College London.

Pero que sean «pocos» no resulta relevante ya que, como señala David Strain, profesor clínico principal de la Universida­d de Exeter, «es suficiente motivo de preocupaci­ón dado que se trata de gente muy joven que sufre la long covid de un modo severo». «Hay que recordar que se trata de niños y adolescent­es que se encuentran literalmen­te postrados en la cama o con dolores de cabeza diarios o que no pueden ir a clase la mitad del curso ni realizar actividade­s propias de su edad, como jugar al fútbol, correr, etcétera».

Shamez Ladhani, uno de los autores y pediatra consultor en enfermedad­es infecciosa­s del St George’s Hospital, ha señalado que «además de tener un grupo de control, una de las principale­s caracterís­ticas de este estudio es el seguimient­o de los niños durante la enfermedad, lo que nos da una idea de los efectos duraderos de covid-19 en los adolescent­es». El profesor Nick Bishop, vicepresid­ente de ciencia e investigac­ión del Royal College of Paediatric­s and Child Health, añade que este estudio se suma a lo ya se sabía sobre el covid de larga duración y además se ven las diferencia­s encontrada­s en comparació­n con los adultos. «Se destaca la alta frecuencia de síntomas que sugieren problemas de salud mental en los niños

«Es suficiente motivo de preocupaci­ón dado que se trata de gente muy joven que sufre la long covid de un modo severo»

«Aunque sea un porcentaje bajo, son menores que se encuentran literalmen­te postrados en la cama»

mayores estudiados, especialme­nte en las niñas, independie­ntemente de la infección previa. Lo más probable es que esto refleje las tensiones que sufrieron muchos jóvenes durante la pandemia».

Por otro lado, el profesor Daniel Altmann, profesor del Departamen­to de Inmunologí­a e Inflamació­n del Imperial College London, asevera que este estudio pone algunas cifras concretas sobre la prevalenci­a del covid persistent­e en los niños. «Parece claro que el riesgo de una enfermedad debilitant­e a largo plazo es más real y significat­iva de lo que se creía anteriorme­nte», asegura.

La evidencia de que los niños y adolescent­es también sufren la «alargada» sombra de la covid afecta además a otros conceptos asumidos como certeros en la pandemia. «Los resultados de este informe justifican la importanci­a de vacunar a los adolescent­es contra la enfermedad. Hasta ahora, el enfoque era reducir el impacto de la propagació­n, reconocien­do que los adolescent­es sólo presentan síntomas menores de covid agudo. Pero este estudio da argumentos para vacunarlos ya que puede conferir un beneficio directo al prevenir la infección y los síntomas prolongado­s que afectarán la educación y el aprendizaj­e, así como el bienestar general».

Gracias a estos cambios de paradigma, el curso escolar comenzará en muchos países con un nada desdeñable porcentaje de adolescent­es entre los 12 y los 17 años vacunados.

En España, en concreto, más del 70% tienen al menos una dosis, y casi el 40% la pauta completa. Pfizer y Moderna ultiman sus ensayos sobre eficacia y seguridad de las vacunas en los menores de 12 años.

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Niños con este covid persistent­e no pueden ni acudir a clase de manera habitual
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