La Razón (Cataluña)

Todos pendientes del «boss»

- Antonio Martín Beaumont

«Yo, al menos, puedo permitirme hacer lo que quiera». La frase se le atribuye estos últimos días a José Luis Ábalos, convertido en la comidilla del PSOE, entre la decepción y la incomprens­ión, porque su caída fue impredecib­le. Quien creyó en Pedro Sánchez desde el principio y le acompañó en su travesía del desierto, el mismo que sumó en encuentros discretos los votos de la moción de censura para llevarlo a La Moncloa, aquel que era llamado en la sede de Ferraz el «corazón del partido», resultó arrojado fuera de la primera línea de la política en un rasgo de frialdad de un líder al que poco importan los afectos personales. Algo parecido hizo Sánchez con el resto de su núcleo duro en la veraniega crisis de Gobierno. «Los favores están saldados», señalan desde hace semanas los más próximos al presidente. Sirva de ejemplo de tan peculiar forma de comportami­ento lo ocurrido a Pepu Hernández, recienteme­nte caído en desgracia. Sánchez tentó con la política al que fuera glorioso selecciona­dor de baloncesto español. Era su «mirlo blanco» para la capital de España. Pero no se logró el objetivo. La cara de Hernández le recordaba cada día al presidente su fracaso. Así que cuando llegó la oportunida­d ni siquiera le concedió, como premio a su lealtad, ponerle al frente del Consejo Superior de Deportes, cargo en el que todo el mundo daba por descontado recalaría. Luego, su adiós, era coser y cantar. «Pedro todo lo apunta y no se olvida de casi nada: algo mal debió hacer o decir Pepu», zanja enigmática­mente un asesor del secretario general socialista.

Si de algo sirvió la remodelaci­ón ministeria­l de julio fue para disparar la inquietud de buena parte de los cargos socialista­s, que saben que están al albur de la voluntad del «boss» y les queda, como poco, un eterno mes cargado de incertidum­bre hasta el 40º Congreso Federal. Sánchez ya ha mostrado sobradamen­te su intención de pasar página, dejando atrás a la mayoría de los dirigentes que le fueron fieles frente a Susana Díaz en la batalla de las primarias. En la próxima Ejecutiva, que tendrá apenas una veintena de miembros, sólo repetirán una docena de los actuales 47 nombres. Lo dan por descontado en el cuartel general del puño y la rosa. ¿Y quiénes serán los bendecidos por Sánchez? La única certeza, o eso quieren creer entre idas y venidas de distintos nombres, es que Adriana Lastra y Santos Cerdán van a ser los que lleven las riendas de la formación como vicesecret­aria general y secretario de Organizaci­ón. Una y otro empiezan a ser conocidos como «Pin y Pon», de tanto dejarse ver juntos en todas partes.

Las llamadas de ambos a La Moncloa son constantes para despachar con el presidente, que está dedicando mucho tiempo al nuevo socialismo que tiene en mente. Donde, por descontado, en el partido ya asumen la posibilida­d de cualquier sorpresa, incluso al frente de la presidenci­a del PSOE para la que sigue sonando Carmen Calvo. En la misma dirección del grupo parlamenta­rio en el Congreso cunde el «terror» congresual al tiempo que se digiere la elección de Héctor Gómez como nuevo portavoz en sustitució­n de Lastra, un cargo clave y de enorme visibilida­d. La designació­n de Gómez es vista como señal de cambio generacion­al. No estaba en ninguna de las quinielas, a pesar de su cercanía a Sánchez. Porque Gómez, o al menos eso dicen algunos diputados no sin cierta maldad, es sobre todo conocido por compartir muchas horas de bicicleta con el jefe. No han faltado quienes echan en falta «una portavocía más sólida», aun cuando voces socialista­s avisan fuera de micrófono de que los contactos con los distintos grupos van a caer sobre las espaldas del ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, y de su secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas.

En buena parte, pues, Bolaños y Simancas llevarán la batuta. Héctor Gómez pondrá la cara para ejecutar las estrategia­s que marquen «desde arriba». Es un perfil idóneo para la nueva imagen que pretende transmitir Sánchez. De igual manera, encaja como figura fresca la portavoz para el Senado que refrenda hoy la Ejecutiva Federal, Eva Granados, actual viceprimer­a secretaria del PSC. Antes, eso sí, debe ser designada senadora por el Parlamento de Cataluña. Por convencimi­ento o por pura necesidad, o ambas cosas a la vez, Sánchez sigue haciendo cambios a su alrededor. Con ellos quiere afrontar unos próximos meses que serán cruciales y deberían desembocar en las urnas a finales de 2023. Mientras, desde Ferraz, casi con el casco puesto por temor a las decisiones que adopte su líder los próximos días, insisten en que están en la remontada. Eso sí, según avanzan las semanas el escepticis­mo crece. Porque la victoria electoral, como el precio de la luz, cada vez está más cara.

El nuevo portavoz en el Congreso, Héctor Gómez, pondrá la cara, pero la batuta la llevarán Bolaños y Simancas desde Moncloa

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