La Razón (Cataluña)

Mbappé, Afganistán y la pierna de mi madre

- Sebas Lorente

Como uno conserva el alma de niño, para mí el verano coincide con las vacaciones de verano. El resto de la estación es, o bien su preludio, la época de calor asfixiante en la que aún trabajamos; o el posverano, un periplo transicion­al hacia temperatur­as más templadas que ya anuncian el otoño.

En este verano han pasado muchas cosas de diversa trascenden­cia, pero similar repercusió­n, como la marcha de Messi o el golpe de Estado en Afganistán. Otras, de escaso recorrido, han sido vestidas –disfrazada­s– de obras maestras del suspense para el lucimiento exclusivo de un vocero y su programa (el no fichaje de Mbappé por el Real Madrid); y otras, finalmente, han recibido menor eco que el que sus fans podíamos esperar (la muerte de Charlie Watts, batería y miembro fundador de los legendario­s Rolling Stones). Y, en lo estrictame­nte personal, mi madre se rompió una pierna y ha estado fastidiada todo el mes.

Lo de Afganistán sí que es espantoso. Pero la indignació­n que sentimos por la grave supresión de derechos (ojo: de los nuestros, de los democrátic­os) que, presumible­mente, va a sufrir el pueblo afgano, durará lo que durará. Dentro de poco necesitare­mos que llegue desde allí alguna fatal noticia aislada para que nos recuerde que seguimos indignados. Afganistán será un recuerdo, un Yemen, una Somalia o una Arabia Saudí más, lugares en los que sabemos que se cometen barbaridad­es, especialme­nte con las mujeres. Pero ya. Que es terrible, atroz, horroroso, sí. Pero ya. Nuestra exasperaci­ón quedará sofocada y sustituida por la que nos provocará la nueva noticia de la semana, la burrada de turno del Gobierno –del que sea– o la última ocurrencia de cualquiera de los provocador­es de siempre, a la caza del titular que lo coloque en la palestra y alimente las tertulias políticas. Como la del ministro Castells y su Ley de Universida­des, por ejemplo. Harto de encabezar los «ranking» nacionales de vagos y holgazanes, el caricature­sco mandatario ha surgido de las cenizas con una ley (ahora, anteproyec­to) que ignora al Rey en la expedición de los títulos universita­rios –provocació­n consumada– y, sobre todo, aniquila el principio de competenci­a en favor del de paridad sexual –exaltación de progresism­o populista–. Cumple con todos los parámetros.

Lo de Afganistán continuará su curso, como lo de Arabia Saudí, Sierra Leona o Venezuela. Y mientras, nosotros a entretener­nos con lo nuestro, con los nuevos juguetes que nos vayan llegando. Recordando, eso sí, de vez en cuando, que seguimos indignados y que aquello no se debe permitir.

Y mi madre, a recuperars­e bien de la pierna.

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