La colisión del asteroide Bennu con la Tierra: tan improbable como hacer diana con los ojos cerrados
Los titulares no han perdido ocasión para hablar de «apocalipsis», pero la verdad es muy distinta
La NASA considera «peligrosos» los asteroirdes que pasen a menos de 7,5 millones de kilómetros de la Tierra
La prensa no suele pasar por alto la oportunidad de nutrir sus titulares con miedo y, en cuanto a lo que la ciencia se refiere, los grandes ganadores son, sin lugar a duda, los asteroides. Siempre que uno de estos pequeños objetos rocosos pasa por nuestro vecindario unos cuantos articulistas se echan las manos a la cabeza. Suele decirse que tal o cual asteroide pasará «cerca» de nosotros, una proximidad que no lo parece tanto cuando en el cuerpo de la noticia apuntan que se acercará a una distancia varias veces mayor que la de la Luna. No suelen faltar las referencias a advertencias que la NASA nunca dio, pero en este caso es diferente. Las agencias espaciales sí consideran que el asteroide Bennu ha de ser vigilado porque la probabilidad de que impacte con nosotros en los próximos siglos es mayor que aquella que están dispuestos a asumir. Sin embargo, de aquí a todo lo que se está diciendo hay un paso enorme.
Efectivamente, Bennu es un asteroide de escombros especialmente grande comparado con los que suelen pasar por nuestras inmediaciones. Alcanza los 490 metros de diámetro y su porosidad le da una densidad relativamente baja, parecida a la de la escayola (1260 kg/m3). No obstante, pesa la nada desdeñable cantidad de 78.000 millones de kilos, una verdadera mole cruzando el espacio a 21 kilómetros por hora. Del mismo modo, también podemos confirmar que la NASA ha afinado sus cálculos hasta alcanzar una precisión sin precedentes y sugiere que Bennu podría colisionar con nosotros en 2135. Claro que, por horrible que suene la noticia, lo importante está en los detalles, y entendiéndolos, todo parece menos dramático.
Más lejos que la Luna
Por un lado, se ha aprovechado el término técnico «potencialmente peligroso» para sugerir que Bennu es considerado como un verdadero peligro, no solo una posibilidad remota. La NASA considera «potencialmente peligrosos» aquellos asteroides que pasen a menos de 7,5 millones de kilómetros de nosotros (lo cual es casi 20 veces la distancia a la Luna). Asimismo, también deben tener un tamaño mayor de 140 metros de diámetro, un valor que realmente es deducido a partir del verdadero criterio: su magnitud absoluta, o dicho de forma muy simplificada, su brillo.
Y, si bien Bennu cumple ambos criterios, no estamos ante un buen indicador del riesgo de que impacte. De hecho, para ello existen escalas más precisas y aclaradoras que este término, que se limita a sugerir qué asteroides mantener más vigilados.
La mejor forma hacerse una idea de la posibilidad de que un asteroide impacte contra nosotros es acudiendo a la estadística y el propio estudio que los medios citan hace referencia a que la probabilidad es de 1 entre 1750. Sin duda, esta es superior a las calculadas en años anteriores y ese cambio se debió a un aumento de la precisión en los modelos utilizados por los expertos. Ahora conocemos mucho mejor a Bennu y, por lo tanto, podemos anticiparnos mejor.
Sin embargo, las estadísticas no son igual de intuitivas para todos y, por ese motivo, al comprobar que muchos consideran 1 entre 1750 como una probabilidad bastante alta, Lucas B. Janson y Morgane Austern, profesores de estadística de la Universidad de Harvard, han buscado eventos más mundanos tan improbables como la colisión de Bennu. Por ejemplo, lanzar 11 veces una moneda al aire y que todas ellas salgan cara ocurriría 1 de cada 1750 veces. La misma probabilidad se aplica a que cuatro personas cogidas al azar compartan el mes de su cumpleaños o, lo que nos parece intuitivamente más improbable: que acertemos en el centro de la diana con los ojos cerrados. Así que, si bien es estrictamente correcto decir que Bennu puede chocar con nosotros en 2135, debería sonarnos igual de absurdo que usar «podría» para afirmar que «Tú podrías hacer diana con los ojos cerrados».
De repente, hablar de riesgo no parece tan acertado. Y aún puede parecerlo menos si tenemos en cuenta un último detalle. Por precisa que sea la predicción comparada con las hechas hasta la fecha, lo cierto es que sigue teniendo que lidiar con un mundo literalmente caótico. En estos sistemas complejos, las predicciones a muy largo plazo pueden errar sobremanera por no tener en cuenta un diminuto detalle que apenas afectaría a predicciones a corto plazo. Por el mismo motivo es mucho menos precisa una predicción del tiempo meteorológico a varios años vista que de hoy para mañana. Toda la información sobre Bennu recogida observaciones y por el estudio que llevó a cabo la sonda OSIRISREx durante varios años en su superficie es valiosísima, pero no vuelve infalible a la predicción que puede verse afectada por aspectos tan aparentemente nimios como el empuje que ejerce la luz de nuestro Sol sobre Bennu durante decenas de años.
Así que por lo que sabemos ahora mismo, si bien su impacto podría ser más probable de lo calculado, también podría serlo muchísimo menos.