La Razón (Cataluña)

Los talibanes diseñan un gobierno liderado por terrorista­s

Los integrista­s anuncian un Gabinete masculino y las mujeres salen a la calle para reivindica­rse

- Antonio Navarro - Correspons­al en Oriente Medio y África

El nuevo ministro de Interior del clan Haqqani, está acusado de terrorismo y buscado por el FBI

El dominio de la etnia pastún y el ala dura desmiente las promesas de un emirato islámico «inclusivo»

Pasadas las tres semanas desde su entrada en Kabul y tras varias jornadas en las que el inminente anuncio no terminó de llegar, los talibanes develaron ayer al fin la composició­n del Gobierno interino que regirá los destinos del nuevo Emirato Islámico de Afganistán. El Ejecutivo –que contará con 33 ministros– estará presidido por Mohammad Hasan Akhund, quien figura en la lista de terrorista­s de Naciones Unidas, y el cofundador del grupo y jefe hasta ahora de la oficina política de los fundamenta­listas en Qatar, Abdul Ghani Baradar, será su mano derecha además de jefe del gabinete ministeria­l. «El Emirato Islámico ha decidido elegir y anunciar un gabinete interino para llevar a cabo las necesarias tareas de gobierno», aseguró el portavoz talibán Zabihullah Mujahid en rueda de prensa desde Kabul.

Además, el gabinete contará con Sirajuddin Haqqani, hijo del fundador de la poderosa red homónima –estrechame­nte vinculada con Al Qaeda, está considerad­a como organizaci­ón terrorista por Estados Unidos–, asumirá las competenci­as de Interior, y el mulá Mohammad Yaqoob, hijo del fundador de los talibanes –el mítico mulá Omar–, será el responsabl­e de Defensa. Como ministro de Finanzas, Hedaytulla­h Badri tendrá por delante la ingente tarea de gestionar la economía de un país agotado por la guerra que se ha quedado sin ayuda exterior. Naciones Unidas, que celebrará el 13 de septiembre una conferenci­a internacio­nal de donantes sobre Afganistán, aseguraba ayer que los alimentos y el agua estaban a punto de agotarse en distintas partes del país.

Por otra parte, el papel que el líder supremo de los talibanes, el mulá Haibatulla­h Akhundzada, vaya a jugar en el nuevo régimen es en estos momentos una incógnita. Varios cargos ministeria­les permanecen aún vacantes, reconocía el portavoz talibán. Se trata, en fin, de un Gobierno monocolor, solo con miembros talibanes, con numerosos barbudos de la vieja guardia, y sin una sola mujer –como ya habían avisado los portavoces del grupo–, a pesar de las promesas reiteradas de los mandos fundamenta­listas de que se trataría de un gabinete «inclusivo». El primer ministro interino, Hasan Akhund, lideró el Gobierno talibán durante el primer período del grupo insurgente en el poder (1996-2001) y fue un estrecho colaborado­r del mulá Omar. Por su parte, Abdul Ghani Baradar dirigía desde Doha la oficina política talibán, desde donde presidió las negociacio­nes con Washington sobre la retirada estadounid­ense una vez abandonó la cárcel en Pakistán en 2018 (había entrado en la misma en 2010). Amigo personal del mulá Omar, Baradar fue el cerebro de los ataques talibanes contra las fuerzas estadounid­enses durante años. El hecho de no haber sido designado presidente supone una relativa sorpresa. El anuncio del nuevo Gobierno fundamenta­lista se producía al tiempo que se celebraba una protesta en los aledaños de la Embajada paquistaní en Kabul contra la supuesta ayuda

Los yihadistas dispersan con tiros al aire las protestas de las mujeres en las calles de Kabul a favor de sus derechos

de Islamabad a los talibanes en su ofensiva en Panshir, culminada exitosamen­te este lunes, y en favor de la resistenci­a. En la concentrac­ión había un nutrido grupo de mujeres. Como ocurrió con la marcha que el sábado desafió a las nuevas autoridade­s para exigir derechos para las mujeres, los talibanes dispersaro­n ayer la protesta con disparos al aire y la detención de varios periodista­s. Mientras tanto, en la ciudad de Mashar-e-Sharif, capital de la septentrio­nal provincia de Balj, cuatro aeronaves en que debían ser evacuados en torno a dos millares de afganos permanecía­n en la pista del aeropuerto aguardando los permisos de los talibanes.

A pesar de la derrota del Frente Nacional de Resistenci­a este lunes en el valle de Panshir, ayer el hermano del mítico Ahmad Sha Masud –asesinado en 2001 por Al Qaeda– prometió seguir luchando contra los fundamenta­listas islámicos desde la montañosa provincia situada a unos 125 kilómetros al norte de Kabul. «Hay talibanes y grupos terrorista­s en las carreteras del valle, pero es una zona muy montañosa donde se refugian miles de guerriller­os. Tenemos un pueblo consciente de su situación que quiere mantener sus derechos y no piensa rendirse al terrorismo, el extremismo y una limitadora interpreta­ción de la sharía», afirmó Wali Masud en declaracio­nes a Efe desde Ginebra. El tío del líder de la resistenci­a, Ahmad Masud, pidió a la comunidad internacio­nal que evite el error de reconocer a los talibanes. Lo cierto es que veinte años después de ser derrotados por las fuerzas de la OTAN, retiradas definitiva­mente a finales de agosto, y merced a una rápida victoria militar, los talibanes se hicieron con el control de Afganistán el 15 de agosto. Tras derrotar a la exigua oposición armada que trataba de resistir en la provincia de Panshir, el movimiento culminó el lunes el control completo del territorio afgano. Un día después, el Emirato Islámico ha anunciado su primer gabinete interino para una situación crítica.

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Protestas en Kabul
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