LA BRIGADA DE BEIRÁN VA A LA LÍNEA DE FUEGO
AhíAhí tienen a la brigada forestal de Beirán, de la parroquia lucense de Puebla de Brollón, camino de la línea de fuego que arrasaba los montes de Ribas de Sil, en la Ribera Sacra. Ayer, en la tarde, cuando se redactaban estas líneas, el viento había dado un respiro y el fuego estaba perimetrado. El helicóptero del Ministerio de Transición Ecológica sobrevolaba la zona quemada, a ambos márgenes del Sil, para calcular la extensión de los daños. La Xunta de Galicia habla de más de 1.000 hectáreas quemadas en unos parajes de belleza incomparable. Su conselleiro de Medio Rural, José González, sospecha que detrás está la mano criminal del hombre. Dice que sobre las diez de la noche del domingo se detectaron varios focos simultáneos y que enseguida las llamas saltaron al otro lado del río. Que los incendiarios actuaron a conciencia, con altas temperaturas y mucho viento. Habrá que esperar el informe técnico de los bomberos y el de la Guardia Civil. Parecía que este verano, Galicia iba a librarse de un gran incendio, pero no ha sido así. Han bastado unos días de calor en septiembre, un viento más cálido y, tal vez, la mano del hombre, para quemar en horas lo que ha tardado un siglo en crecer. Se ha hecho todo lo posible. Se han desplegado los medios de la Xunta, un compañía de la UME, helicópteros e hidroaviones de las bases de La Coruña y Matacán (Salamanca), y, también, fuerzas de la Benemérita y la Policía Nacional, para resguardar las zonas habitadas. Ahora que viene el otoño, conviene retener esta imagen de la brigada de Beirán. Porque, cuando la prevención falla, y falla demasiadas veces, sólo quedan ellos.