Marruecos decide en las urnas el destino de los islamistas
El empresario Azziz Akhannouch es el favorito para ser el nuevo primer ministro marroquí
Algo menos de 18 millones de marroquíes inscritos en el censo –voluntario y no universal– eligieron ayer a sus representantes en la cámara baja del Parlamento –de la que, a su vez, saldrá el Gobierno– y en las corporaciones locales y regionales en un ambiente marcado por las fuertes restricciones de carácter sanitario, el deterioro económico y social y la apatía generalizada por el proceso electoral. Precisamente la idea de reunir la triple cita con las urnas en una misma jornada –y celebrarlas un miércoles y no, como es norma, en viernes– tiene como objeto tratar de estimular la participación.
Al cierre de esta edición el último dato oficial de asistencia era el de las 17:00 horas y rondaba el 36%, cifra similar a la de los últimos comicios legislativos a esa hora. En las elecciones parlamentarias de 2011, en medio de la efervescencia de la Primavera Árabe, participó un 45,4% del censo –4,7 millones de personas– y en las de 2016 apenas un 42,3% del censo –5,7 millones de votantes. Recordemos que en torno al 25% de los ciudadanos mayores de 18 años no figuran en el censo, que se ha incrementado en esta ocasión en algo más de 1,8 millones de personas, por lo que la abstención real es mayor que el porcentaje oficial. Se espera que los primeros resultados oficiales se conozcan a lo largo de hoy.
Según los expertos, la nueva Cámara de Representantes, con sus 395 escaños, estará más fragmentada que hasta ahora merced a la nueva ley electoral, aprobada este año a instancias directas del Ministerio del Interior. Una de las consecuencias previsibles del nuevo cálculo de representación es que los grupos parlamentarios serán más exiguos –de manera habitual ninguna formación tiene la mayoría suficiente para gobernar en solitario. El grupo más castigado será previsiblemente el del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD), maSadaeddine yoritario en la cámara baja del Parlamento marroquí en las elecciones legislativas de 2011 y 2016 y principal formación en el Gobierno de coalición.
Si la estimación es que el partido dirigido por el primer ministro El Othmani retrocederá –no en vano la formación presentó un 50% menos de candidatos locales respecto a las elecciones de 2015–, se espera el ascenso –y victoria final– del Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), formación de corte liberal-conservador que preside el empresario (la mayor fortuna de Marruecos, según la revista Forbes) Aziz Akhannouch. Su nombre suena como casi inevitable primer ministro del nuevo Ejecutivo.
La fuerte inversión publicitaria de la formación, sobre todo en redes sociales –las medidas sanitarias redujeron al mínimo en número de mítines y actos electorales presenciales, dejando una campaña descafeinada–, ha sido duramente criticada por los islamistas y la oposición. Ante la ausencia de sondeos, el principal termómetro de la nueva tendencia electoral fueron las elecciones a las cámaras profesionales celebradas en agosto, en las que el RNI se impuso con un porcentaje del 27,6% de los votos.
La jornada histórica de la democracia marroquí transcurrió en un ambiente de normalidad, sin aglomeraciones en los colegios ni incidentes dignos de mención en el operativo electoral a lo largo y ancho del país.