De la guerra al Real Madrid
Camavinga asegura en su presentación con el club blanco que su pasado de refugiado le ha hecho más fuerte. «Sabe lo duro que es el camino», aseguró Florentino Pérez
Por el centro del campo del Real Madrid ha pasado Illarramendi, que no pudo con el peso y el agobio que puede provocar la camiseta blanca en los más jóvenes; jugó muchos minutos el croata Kovacic, que se fue al Chelsea a buscar su sitio y la titularidad; salió corriendo, dos veces, Odegaard antes de intentarlo, porque quería minutos y los quería ya; desea competir ahora Valverde, espera su oportunidad Ceballos y ve cómo se le pasa la edad Isco. No es fácil jugar donde Modric, Kroos y Casemiro han ido dando lecciones temporada tras temporada, con un instinto competitivo insuperable para casi todos. Ahí, a competir y a buscarse el futuro llega Eduardo Camavinga, que a sus 18 años, ya es parte del Real Madrid y ayer el presidente, Florentino Pérez, le dio la bienvenida. «Creo firmemente que va a demostrar aquí su talento, fuerza y espíritu de superación. Junto a su familia ha hecho todo lo posible por alcanzar uno de los sueños de su vida. Sabe lo duro que ha sido este camino», aseguraba el presidente en su discurso de presentación del futbolista francés para los madridistas.
Se refería a que la vida de Camavinga es la que sufren los miles de refugiados que huyen de sus casas y buscan sobrevivir lejos de su país, de su lengua y de lo que fueron. Los padres de Camavinga, Sofía y Celestino, huyeron del Congo a Argelia y cuando Eduardo tenía dos años, con el resto de sus hermanos, se marcharon a Francia. El objetivo, como el de miles de refugiados lejos de los focos, era sobrevivir. «He tenido que escapar de la guerra, eso me ha hecho más fuerte, pero mi familia me ha ayudado mucho y yo juego por ellos, esas dificultades me han hecho más fuerte», decía ayer el centrocampista, simpático, pero parco ante las preguntas de los periodistas.
Si con dos años llegó a un nuevo país, si cuando todo salía a flote vio cómo la casa de sus padres en Francia se quemaba; si llevó sin peso la responsabilidad que su padre le puso en los hombros al decirle que tenía que ser el salvador de la familia. Si, finalmente, pudo con eso, aguantar la presión en el Real Madrid es algo que se puede afrontar. En el deporte hablamos todo el rato de guerras metafóricas. El huyó de una de verdad. «Vengo a aprender y luego tengo que demostrar al entrenador entrenador que estoy preparado», contestó cuando le preguntaron por lo que espera con Ancelotti.
Es un futbolista que puede dar recambio a cualquiera de los tres del centro del campo. Le gusta la posición de mediocentro, delante de la defensa, pero es un interior con mucho recorrido. «Cuando el entrenador me diga dónde jugar lo haré al máximo. Quiero jugar todos los minutos que pueda», prometía el futbolista. Es joven y viene para debutar cuanto antes, incluso dice que está listo para el choque del domingo contra el Celta, pero también para tener paciencia, si es lo que se le pide: «Soy joven tal vez necesite tiempo de adaptación o tal vez no. Me siento preparado. Tengo técnica y agresividad. Me gusta jugar en el centro del campo y quiero formar parte del grupo lo más rápido posible. Con mi familia hemos pensado en todo y ésta es la mejor manera de desarrollarse», decía después de asegurar que estaba viviendo «uno de los mejores días» de su vida.
El Real Madrid le fichó en la operación más sorprendente del mercado. «Se ha convertido en uno de esos jugadores deseados por varios de los clubes más grandes de Europa. Soñaba con jugar en el Bernabéu y conocíamos desde hace dos años su enorme calidad», desveló Florentino Pérez cuando le presentó.
«Tus padres saben lo que es la lucha por la vida, de ellos has aprendido el sacrificio y vencer a las dificultades», continuaba Florentino Pérez.