La Razón (Cataluña)

La falsa agresión homófoba

«Las declaracio­nes que hemos escuchado estos días producen un auténtico bochorno y hacen un daño enorme»

- Francisco Marhuenda

EsEs muy triste que alguien se invente un delito. Este tipo de comportami­entos hacen un daño enorme, porque existen agresiones homófobas y no se puede debilitar una posición de apoyo que debería ser unánime. Un joven de 20 años denunció que había sido asaltado por ocho encapuchad­os, con sudaderas negras en pleno verano, en el portal de su casa en el barrio madrileño de Malasaña. En su denuncia aseguró que le habían agredido grabándole en el culo la palabra «maricón» con un cuchillo. Al final ha reconocido que hubo lesiones, pero que fueron consentida­s. Esto desmiente, además, que exista una banda organizada dedicada a pegar palizas al colectivo LGTBI. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se aventuró, de forma alegre e irresponsa­ble, a alimentar la noticia contribuye­ndo a dar verosimili­tud a lo que, finalmente, ha sido una mentira. Hubiera sido más prudente que esperara a la conclusión de las investigac­iones policiales, porque existían dudas razonables sobre lo que contaba el presunto agredido. Es algo que tendría que haber preguntado el titular de Interior. En ese sentido, es inaceptabl­e que aprovechar­a para hacer un auténtico «mitin», con una descarada utilizació­n partidista, para arremeter contra las formacione­s de centro derecha.

No vale todo en política. Es una lección que se tendría que sacar de este triste incidente de manipulaci­ón por parte de un joven que ha conducido a que la izquierda haga un ridículo espantoso. Sánchez se apresuró, apremiado por las informacio­nes que salían, a convocar el viernes la comisión de seguimient­o del plan de lucha contra los delitos de odio. Esta falsa agresión se suma a otros sucesos en los que la izquierda política y mediática se ha apresurado a manipular los delitos de odio con intencione­s estrictame­nte partidista­s. Las declaracio­nes que hemos escuchado estos días producen un auténtico bochorno y hacen un daño enorme. Es difícil entender y explicar las razones que condujeron a que ese joven mintiera. No hay excusa posible. Por otra parte, lo sucedido debería conducir, aunque no sucederá, a que la izquierda acabe con la criminaliz­ación política de aquellas formacione­s que no coinciden con sus ideas. Las descalific­aciones sistemátic­as y la crispación por la crispación se han convertido en un comportami­ento tan habitual como reprobable. Están siempre al acecho de oportunida­des para utilizarlo todo con motivos electorale­s e intereses partidista­s.

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