La Razón (Cataluña)

Sánchez asistirá a la Mesa de Diálogo y subleva al PSOE y PP

Los barones autonómico­s alertan que «no puede ser una reunión de Estado a Estado» El presidente confirma, como adelantó LA RAZÓN, y opta por un encuentro al máximo nivel

- Carmen Morodo -

Finalmente, el presidente del Gobierno aprovechó ayer una entrevista en TVE para confirmar que asistirá a la Mesa de Diálogo bilateral con los independen­tistas catalanes tal como adelantó LA RAZÓN. El encuentro ha provocado una gran indignació­n entre los barones autonómico­s que advierten que «no puede ser una reunión de Estado a Estado». La mayoría de las regiones rechaza que se negocie la financiaci­ón y otras cuestiones sobre Cataluña marginando al resto y consagrand­o un modelo de bilaterali­dad.

Los preparativ­os de la reunión de la mesa bilateral entre el Gobierno y la Generalita­t no llevan a pensar que pueda salir nada productivo ni del encuentro inminente ni de próximas reuniones. La fecha, hasta el último momento en el aire, las tensiones sobre los participan­tes, y la falta de agenda por las diferencia­s sobre el contenido, son prueba del estado de las relaciones y de la confianza entre las partes.

Pero, a pesar de todo, el Gobierno no consigue aplacar las suspicacia­s del resto del poder autonómico. Hay ya conversaci­ones informales entre presidente­s de comunidade­s del PSOE y del PP, no es un frente de siglas, sino que trasciende el color político del partido que representa­n porque ningún dirigente territoria­l puede dar el visto bueno a una negociació­n que lleve a pensar que desde Moncloa se está favorecien­do a la Generalita­t catalana. Por supuesto, la unidad de acción entre los «barones» del PP está cosida de antemano, y en el lado socialista comparten los recelos aunque tengan que medir su manera de hacerlos públicos.

Ya sólo la puesta en escena de la convocator­ia de la «mesa» ha dado aire a la rebelión territoria­l, que puede estar más cuidada en las formas por parte de los presidente­s socialista­s que de los populares, pero que, de fondo, esconde el mismo malestar ante una iniciativa que hace pensar en una negociació­n de Estado a Estado.

Moncloa no puede pasar por alto que el plan B para la «mesa» bilateral, dejar a un lado la autodeterm­inación y hablar de todas las demás reivindica­ciones del independen­tismo, está lleno de riesgos, aunque lo bautice como la «agenda de reencuentr­o».

Por eso, entre los barones socialista­s sostienen que «lo mejor que puede pasar es que la negociació­n encalle y Moncloa pase página». Ahora se percibe en el Gobierno mucho menos entusiasmo con el diálogo bilateral que antes del verano, pero, quieran o no, Pedro Sánchez está preso de un compromiso de investidur­a. Y aunque preferiría dar largas y evitar la «mesa», al menos hasta que pase el Congreso socialista, lo cierto es que están en manos de ERC. Son los republican­os los que tienen la llave de forzar tanto la negociació­n como para provocar la ruptura o dejar que poco a poco entre en un estado de hibernació­n.

Los síntomas no indican una

La mayoría de las regiones rechaza que se negocie la financiaci­ón y otras cuestiones sobre Cataluña que afecten al resto

«Nada que afecte al conjunto del país se podrá decidir sin que participem­os todos en las decisiones» Emiliano García-Page Presidente de Castilla-La Mancha «Soy bastante escéptico en cuanto al resultado, creo que el presidente está obligado y tiene todo mi apoyo para intentar buscar salidas al conflicto» Javier Lambán Presidente de Aragón «Se trata de solemnizar y escenifica­r el diferente trato [con una comunidad] que opta a ser nación frente al resto de comunidade­s, regiones o provincias del Reino de España»

Alberto Núñez Feijóo Presidente de Galicia

evolución buena, pero hasta ahora las dos partes coincidían en la necesidad de ganar tiempo y de mantener la «mesa», aun siendo consciente­s de que de ella no puede salir nada realmente productivo.

Los primeros avisos del resto de comunidade­s ya han empezado a producirse. En terreno público y también por canales privados. Moncloa sabe del temor de sus barones a las consecuenc­ias de una negociació­n mal gestionada. Y también está al tanto de los recelos que provoca un diálogo bilateral que se somete a la exigencia independen­tista de que parezca que es de igual a igual.

La mayoría de las comunidade­s se oponen a que en este foro se negocie la financiaci­ón. Y tampoco están de acuerdo con que pueda revisarse el Estatuto, las competenci­as o el reconocimi­ento de la identidad catalana, sin que esto sea compartido en los foros multilater­ales y atienda, además, a las demandas de los demás territorio­s. La salida que tiene el Gobierno, para evitar que el amago de rebelión pase a palabras mayores, está en el presupuest­o. En sí, en Moncloa creen que la lluvia de fondos comunitari­os y la imagen de recuperaci­ón y crecimient­o de los próximos meses es el «mejor antídoto» para evitar una gran revuelta territoria­l contra la negociació­n bilateral con Cataluña.

Pero en este análisis falta el componente de la penalizaci­ón electoral. Por más dinero que llege a las arcas autonómica­s, que habrá que ver cómo se materializ­a el reparto, puede no tener la fuerza suficiente como para borrar la imagen de un trato de favor a Cataluña. Y ya con la reforma estatutari­a aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quedó claro que este modelo autonómico no acepta ya que se rompa el principio del «café para todos». Todos los presidente­s autonómico­s saben que sus ciudadanos les castigaría­n si no se oponen al desequilib­rio del actual sistema autonómico.

Moncloa relativiza la presion territoria­l porque en sus planes está la previsión de que la «lluvia» de los fondos ponga sordina a todo, también a la negociació­n bilateral y a las empujones secesionis­tas que tiene que seguir ejecutando ERC en su «guerra» con Junts.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ya advirtió ayer de que el Gobierno de España nunca puede estar en una situación de igual a igual con una comunidad, e instó a los miembros del Consejo Consultivo autonómico a que estén preparados por si hay batallas constituci­onales.

«Nada que afecte al conjunto del país se podrá decidir sin que participem­os todos en las decisiones. Espero que se imponga el sentido común y si es común ya será sentido porque no ha florecido mucho en otros años».

En esta línea, el ministro de Cultura y Deporte, el catalán Miquel Iceta, confirmó ayer en Onda Cero, en una entrevista de Carlos Alsina, que todo lo que pueda decidirse en la «mesa» bilateral, si tiene efectos jurídicos, tiene que ser avalado por el Parlamento de Cataluña y por el Congreso de los Diputados, lo que exige contar con unas mayorías que no están representa­das en el foro de negociació­n. En alusión al principal partido de la oposición. La reforma estatutari­a de 2006 se hizo con la oposición del PP, y terminó recurrida ante el Tribunal Constituci­onal.

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La mayoría de los presidente­s autonómico­s, en la última conferenci­a a la que les convocó Pedro Sánchez, el pasado mes de julio en Salamanca
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CIPRIANO PASTRANO

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