Ahora, «hacerse un Tarradellas»
Entre todos la mataron y ella sola se murió, dice el refrán que viene como anillo al dedo para definir la Mesa de Diálogo. Se usa para definir una situación bien común cuando nadie quiere asumir la parte que le corresponde de responsabilidad en algún suceso, en cuyo resultado no hay un solo culpable, sino varios.
La Mesa de Diálogo fue un compromiso entre un Pedro Sánchez que necesitaba los votos de ERC para aprobar los presupuestos y un Oriol Junqueras, que como presidente de Esquerra Republicana necesitaba marcar una hoja de ruta diferente a la confrontación del entonces presidente Quim Torra y el exiliado Carles Puigdemont. En el bando independentista, el protagonista ha cambiado. Ahora Pere Aragonés se aferra a la Mesa porque necesita poner tierra de por medio con Junts per Catalunya.
Ambos se aferran a la Mesa, pero no saben qué hacer con ella. Ambos saben que acuerdos, lo que se dice acuerdos no existirán ni en la primera reunión, ni en la segunda, ni durante mucho tiempo. Mientras volverán a la palestra los presupuestos del Estado y de la Generalitat. Ambos, por tanto, necesitan tiempo, pero tienen un juguete que no saben cómo utilizar. Sus oponentes, Junts per Catalunya y la CUP en Catalunya y Partido Popular, Vox y lo que queda de Ciudadanos van a llenar el camino de minas anunciando el fin del mundo, cada uno con sus propias razones.
De esta situación, la consecuencia. Ayer vivimos un gran día de la ceremonia de la confusión. La CUP la da por muerta, el PP de Casado, catastrofista como siempre hablaba, como siempre, de la venta de la patria, levantando la voz por encima de la extrema derecha y los naranjas, mientras que Junts per Catalunya nos deleitaba con el esperpento de decir que tienen cuatro nombres para la Mesa, cuando solo hay tres puestos para su formación, pidiendo que si Sánchez no va tampoco lo haga Aragonés y así Jordi Puigneró se convertirá en líder de la delegación. Vamos, quieren poner la zorra a cuidar las gallinas.
Por si fuera poco, la ministra Raquel Sánchez metió la gamba desde primera hora de la mañana. Nada más y nada menos dijo que en la Mesa de Diálogo se podría hablar de la ampliación del aeropuerto, algo sorprendente sabiendo de la bronca interna del independentismo. Y el presidente, silencio hasta el final creando expectación ante una entrevista. De ser el más interesado a mostrarse distante. Cerró su delegación, pero mantuvo los interrogantes sobre su presencia y la fecha poniendo en evidencia la fragilidad del independentismo que de estar en conflicto permanente con el Estado a pasado al conflicto permanente interno.
Al final Sánchez puso el huevo. Voy a oír para «escuchar» y avanzar en el «reencuentro». Y la reunión este miércoles, que ha dado al traste con todas
Sánchez y Aragonès harán lo mismo, porque la Mesa está muerta pero nadie asume quién la ha matado
las previsiones. Sánchez, como Aragonés, no podía dejar de ir a la Mesa porque no estaba entre sus planes dejar a Yolanda Díaz de jefa de la delegación gubernamental. Sobre lo mollar, ni una palabra. Ni por parte del Gobierno ni por parte del Govern, porque que nadie se equivoque: Sánchez estará en la Mesa, Aragonés también, pero no saben qué hacer con ella. Dicen que hay que llegar a un acuerdo, pero no cómo. Referéndum sí, pero no conocemos en qué términos. Los indepes hablan de autodeterminación, desde el Gobierno no más allá de reformas autonómicas. Un dirigente socialista me decía ayer que después de la reunión «se harán un Tarradellas», recordando aquel encuentro entre el presidente catalán y Adolfo Suárez. El cónclave fue fatal, pero Tarradellas dijo que todo fue bien. Sánchez y Aragonés harán lo mismo, porque la Mesa está muerta pero nadie asume quién la ha matado.