Giro a la izquierda en Noruega
Los socialdemócratas vencen con su peor resultado en 20 años. La división sobre el petróleo marcará la formación de Gobierno
Amarga victoria para Jonas Gahr Støre, el líder socialdemócrata noruego. La izquierda ha derrotado a los conservadores de la primera ministra, Erna Stolberg, tras ocho años en la oposición, pero su partido cosecha el peor resultado en veinte años. Según el sondeo a pie de urna de televisión pública NRK, los socialdemócratas lograrían el 25,7% de los votos. A Støre, un millonario de 61 años que sobrevivió a un atentado talibán en Afganistán hace trece años, le corresponderá ahora la tarea de negociar una coalición de Gobierno con sus socios preferentes, el Partido del Centro y el de la Izquierda Socialista. El futuro tripartito rojiverde contará con 86 de los 189 diputados del «Storting» (Parlamento), apenas un diputado por encima de la mayoría absoluta, pero lejos de los 66 que sumaría el bloque de la derecha. La veintena restante se lo reparten los comunistas del Partido Rojo y Los Verdes, dos formaciones de las que desea no depender el futuro primer ministro.
«Tengo un buen presentimiento», adelantaba al emitir su voto Store, que centró su campaña en denunciar las desigualdades sociales tras ocho años de Gobiernos conservadores. Desde el bloque azul, Solberg, la primera ministra conservadora que más tiempo ha permanecido en el poder en la historia de Noruega, parece no rentabilizar electoralmente el haber capitaneado con éxito el país durante sus dos mandatos consecutivos a través de la crisis de refugiados, la caída de los precios del petróleo y la pandemia de coronavirus.
Los conservadores retrocederían hasta el 19,7%, pero peor suerte han desparado las elecciones a sus tradicionales socios. La derecha populista del Partido del Progreso (FrP), también sería castigada y caería hasta el 11,7%, mientras que cristiano demócratas y liberales rozan el 4% necesario para entrar en Parlamento, con el 4,1% y el 3,8%, respectivamente. El cambio climático y el futuro del sector petrolero, la primera industria de Noruega, el mayor productor de hidrocarburos de Europa occidental, ha marcado la campaña electoral y amenaza con dificultar las negociaciones de coalición. En las urnas, no estaba solo en juego quién gobernará Noruega los próximos cuatro años, sino el destino del sector que ha hecho rico al país nórdico desde que a finales de los sesenta se descubrieron los primeros pozos de crudo en el mar del Norte. En Noruega, el sector petrolero representa el 14% del PIB, más del 40% de las exportaciones y 160.000 empleos directos. Además, sus beneficios han permitido a los noruegos atesorar el mayor fondo soberano del mundo, cifrado en 1,2 billones de euros.
Excepto para la ultraderecha, defensora a ultranza del «lobby» petrolero, todos los partidos son conscientes de que Noruega debe acabar con la contradicción de extraer el oro negro, mientras, al mismo tiempo, promueve los coches eléctricos y las energías limpias. Pero romper este círculo vicioso divide a los partidos. Mientras que socialdemócratas y conservadores abogan por un progresivo abandono de la extracción del petróleo, las pequeñas formaciones quieren ir más rápido. Los Verdes incluso quieren poner fin a las prospecciones petrolíferas ahora y la extracción de hidrocarburos en 2035. Los socialdemócratas, en cambio, prometen una política industrial más intervencionista que canalizará el apoyo a las nuevas industrias verdes, como la energía eólica, el «hidrógeno azul», que utiliza el gas natural para producir un combustible alternativo y reduce la contaminación.
Los conservadores de Erna Stolberg pasarán a la oposición después de ocho años, según los sondeos a pie de urna