Un Strauss contemporáneo abre la nueva temporada del Liceu
Josep Pons dirige «Ariadne auf Naxos», una obra que es «teatro dentro del teatro»
Gran Teatre del Liceu inaugurará el próximo día 22 la temporada 2021-22, la 175 de su historia, dedicada al paraíso, con la ópera «Ariadne auf Naxos», de Richard Strauss, una producción «contemporánea» de este título, claro ejemplo de «teatro dentro del teatro».
El director musical de esta coproducción, Josep Pons, explicó ayer en la presentación que se trata de «una partitura llena de influencias, de colores mozartianos, que integra y conjuga el neoclasicismo y las danzas populares de máscaras italianas con momentos wagnerianos». Lo que subirá al escenario del coliseo barcelonés es, según Pons, «un Strauss con orquesta reducida, pero con el genio de la instrumentalización que tanto suena a cámara como sinfónica; y con todos los elementos Strauss, incluida una profusión de voces simultáneas».
La puesta en escena de Katie Mitchell sitúa la obra en la actualidad, con reflexiones sobre la fidelidad, la diferencia entre la ópera y el pop y los conflictos derivados de una sociedad global y líquida, a los que hay que añadir, señaló su colaboradora, Eloise Lally, el tema de la política de género, pues en esta versión Ariadne está embarazada.
Refuerza esta conexión con el género el hecho de que «el papel del compositor no es interpretado por un personaje travestido, como es habitual en esta ópera, sino que es de género no binario, de género fluido, que no se identifica ni con masculino ni femenino».
Asimismo, precisó Eloise Lally, «como Katie Mitchell estaba muy comprometida con Stanislavski y el naturalismo, en esta producción se transforma todo el espacio ante la mirada del público, se cambia el ángulo y se juega con la cuarta pared”, hasta el punto de que, “si Strauss y Hofmannsthal crearon una obra dentro de una obra, en esta versión hay una obra dentro de una obra dentro de una obra».
La «Ariadne auf Naxos» de Katie Mitchell plantea la historia del hombre más rico de Viena, que ha encargado una ópera seria a un joven compositor, además de invitar a un grupo de actores de la commedia dell’arte.
Según Lally, «la puesta en escena es muy contemporánea y sitúa al público en la casa de un señor rico de Viena, cuya elegancia contrasta con el mundo del rock de Zerbinetta».
En la obra, una de las múltiples colaboraciones entre Strauss y el libretista y poeta Hugo von HofEl mannsthal, bajo una capa de comicidad, se reflexiona sobre las contradicciones del amor y de la vida.
Las sopranos Miina-Liisa Värelä y Johanni van Oostrum debutan ahora en el coliseo barcelonés interpretando alternativamente el papel de Ariadne, mientras que Elena Sancho Pereg y Sara Blanch se ponen al frente del exigente rol de Zerbinetta. Completan el reparto los cantantes Nikolai Schukoff, David Pomero, Samantha Hankey y Paula Murrihy, entre otros.
La «Ariadne auf Naxos» que se presenta en el Liceu de Barcelona, estrenada en 2018 en el Festival de Aix-en-Provence (Francia), es una coproducción del teatro barcelonés con el Théâtre des Champs- Élysées, Théâtres de la Ville de Luxembourg, Finnish National Opera & Ballet, Royal Danish Oper y el propio festival de Aix-en-Provence.
El director artístico del Gran Teatre del Liceu, Víctor García de Gomar, reconoció que «no se trata de un título de público masivo, pero es de una belleza incontestable, y Strauss es un compositor mayúsculo».
En la decisión de elegir esta ópera para abrir la temporada del 175 aniversario, ha asegurado, ha jugado también la covid porque «se necesitaba una orquesta algo más pequeña para mantener las distancias entre músicos en el foso».
La soprano Johanni van Oostrum subrayó sobre la producción: «Después del coronavirus hemos aprendido a valorar algunas cosas concretas y eso se percibe en los ensayos; después de haber estado apartados durante mucho tiempo».
En este sentido, Van Oostrum destacó el dinamismo del personaje de Ariadne, que «pasa por un proceso mental, evoluciona, al principio es fuerte y va totalmente en contra de Zerbinetta y su grupo, pero al final hay una armonía y una belleza absoluta y son dos personas que se miran a la cara y se entienden».
Para afrontar este papel, Van Oostrum buscó conexiones con la música, en la que observa «una influencia wagneriana», hasta el punto, dijo, que se siente «como si cantara Lohengrin».
De acuerdo con la normativa sanitaria vigente, el Liceu, explicadÓ García de Gomar, continúa con un máximo de un 70 por ciento de su aforo.
La puesta en escena sitúa la obra en la actualidad, con reflexiones sobre la fidelidad o la diferencia entre ópera y pop La puesta en escena plantea la historia del hombre más rico de Viena que encarga una ópera a un joven compositor