La Razón (Cataluña)

EL BARÇA, OTRA VEZ HUMILLADO POR EL BAYERN (0-3). HOY DEBUTAN MADRID Y ATLÉTICO

El equipo alemán supera al Barcelona de principio a fin y le descubre su realidad: ya no está entre los mejores de Europa. El 0-3 se quedó corto. Los azulgrana no tiraron entre los tres palos en todo el partido

- Francisco Martínez

Le preguntaro­n a Koeman en la previa si el Barcelona podía ser campeón de Europa, y no contestó. La respuesta era «no» y el partido que jugó en su estreno en la competició­n continenta­l es la demostraci­ón. Cierto que el equipo azulgrana llegaba con muchas bajas (Agüero, Dembélé, Braithwait­e...) y con jugadores justitos (Alba, que acabó lesionado, Piqué...), pero ese fue el menor de sus problemas. El principial se llamaba Bayern. El equipo alemán, el del 2-8 que removió todos los cimientos del club hace poco más de un año, volvía a llamar a la puerta. La pesadilla regresaba y faltaba ver la reacción, que fue meterse debajo de la cama, de las sábanas, en el armario, y no hacerle frente. El trauma era gordo y ahí sigue. No fue un problema de actitud, que al menos sería una excusa. Se esforzaron los chicos de Koeman, pelearon y corrieron... Pero detrás de la pelota. Simplement­e su rival es mejor, de principio a fin. Hizo el Bayern con el Barça lo que solían hacer los azulgrana en su época de esplendor con cualquiera e incluso en una época menos brillante con casi todos los rivales de la Liga. Para el campeón alemán el conjunto español fue un cualquiera. Lo zarandeó como quiso y le llevó de acá para allá sin contemplac­iones. La presión y las ganas con las que iba a robar la pelota, y la zona en la que lo hacía, es tan valiente como temeraria. Si se supera, quedan espacios. Si se supera.

«Impotencia» es la palabra para definir lo que hacía el Barcelona. Barcelona. Un pase, dos, y pérdida. O pase atrás, pase atrás, porque no veían la posibilida­d de avanzar, hasta que llegaba a Ter Stegen y ya estaba el lío montado.

Eso con la pelota. Sin ella, lo que pasó casi todo el rato, a correr detrás de las sombras que lideraba Kimmich, el aprendiz de Xavi, superados por la movilidad de Müller o por la habilidad del joven Musiala. En ese tipo de partido, Pedri y De Jong no pueden mostrar lo que son. Estaban perdidos. Se plantó mil veces en el área de Ter Stegen el Bayern, el Barça retrocedía y retrocedía, tembloroso, hasta que llegó el gol. Fue un rebote, cierto, porque el tiro de Müller lo desvió Eric García y descolocó a Ter Stegen, pero podía haber sido de cualquier forma. Apenas alguna salida de Jordi Alba era lo que ofrecía el

equipo local ante su público, que volvió a las gradas en la Champions. Demasiado poco. Ni podía defenderse bien (sí trabajó estupendo atrás Araújo en los mano a mano con Sané y Davies, ni más ni menos) ni contragolp­eaba. Luuk de Jong estaba teniendo un complicado debut como titular en el Camp Nou. Casi siempre con balones en desventaja, era pan comido para Upamecano frenarlo. A él y a Memphis.

La posible reacción era imposible. Más no podían correr los jugadores azulgrana. No hubo correccion­es al descanso. Se repetía lo mismo, las pérdidas, el agobio, la incapacida­d hasta para pasar del centro del campo. Ter Stegen hizo un paradón a Sané como previa del tanto de Lewandowsk­i, que aprovechó el rechace del poste tras un tiro del fenomenal Musiala. El encuentro ya entró en un momento en el que se temía otra goleada. Sufría mucho el Barcelona, pero el Bayern bajó un poco el ritmo y la entrada de jóvenes como Gavi, Demir o Balde pareció dar un impulso al equipo local. Pequeño. Acabó el partido sin tirar entre los tres palos y Lewandowsk­i lo hizo con un doblete. El Barça está a años luz del Bayern.

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Lewandowsk­i marca su segundo gol de la noche al Barcelona, que fue un equipo impotente ante el campeón alemán
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