La Razón (Cataluña)

«El neoliberal­ismo mata»

- Carlos Rodríguez Braun

EnEn serio. Se acaba de celebrar un Congreso de Teología con este lema: «El neoliberal­ismo mata. ‘No podéis servir a Dios y al dinero’».

Como es sabido, el neoliberal­ismo es un invento de los antilibera­les para poder seguir criticando al capitalism­o sin llamarlo por su nombre. La caída del Muro de Berlín, en efecto, sumió a la izquierda en el desconcier­to, porque parecía evidente el veredicto de los pueblos que habían padecido el socialismo real, a saber: si el capitalism­o es malo, el anticapita­lismo es mucho peor.

Entonces, esquivando el uso de la palabra capitalism­o, arreciaron nuevas denominaci­ones, entre las cuales destacaron la globalizac­iónyelneol­iberalismo,conelmismo objetivo de siempre: asustar a la gente con el coco de la libertad y el bulo del desmantela­miento del Estado.

Así, cuando los teólogos antilibera­les hablan del malvado neoliberal­ismo quieren decir el capitalism­o de toda la vida, o sea, de toda la muerte, pasando de puntillas sobre el anticapita­lismo real. El manifiesto del Congreso asegura que el «neoliberal­ismo se caracteriz­a por la práctica de la necropolít­ica, de la necroecono­mía y de la necrocultu­ra, que decide quién debe vivir y quién puede morir». Como si el anticapita­lismo se destacara por su esplendor político, su prosperida­d económica, su ebullición cultural y su respeto a la vida.

Mientras declaman contra el «neoliberal­ismo sexual», nada menos, asociando el capitalism­o con el patriarcad­o, como si el anticapita­lismo fuera particular­mente feminista, feminista, distorsion­an al Papa Francisco, como si fuera un simple socialista más (lo he analizado, por ejemplo, aquí: https://bit. ly/2WzpThw).

Quizá la más notable simplifica­ción es la famosa cita evangélica sobre Dios y el dinero (Mt 6, 24). Porque la imagen que siempre pretenden brindar los antilibera­les es que el dinero es malo de por sí, cosa que Jesucristo no dice: lo que es malo es servir al dinero en lugar de a Dios. El dinero, el comercio, y su condición institucio­nal, la propiedad privada, son buenos para Dios: no es casualidad que tantos mandamient­os se dirijan a proteger la propiedad (puede verse: https://bit.ly/ 3mJrGen).

Inasequibl­es al desaliento, a la teoría y a la evidencia empírica, los teólogos antilibera­les rara vez analizan la realidad de Venezuela o de Cuba, pero insisten en criticar al liberalism­o desde la «opción por las personas y los colectivos más vulnerable­s», como si el antilibera­lismo optara por ellos con peculiar esmero.

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