Vietnam, ¿capital Barcelona?
QueQue la Diada se haya convertido en una performance de la violencia urbana –incluyendo también una enardecida vicerrectora de la Universidad Politécnica de Cataluña arengando a las turbas manifestantes, cual si estuviera viviendo la Comuna de París– no parece ser causa suficiente de que hoy en Barcelona se celebre una mesa «de igual a igual» similar a la que se reunió en París en 1973 para poner fin a la guerra de Vietnam.
El subconsciente le ha jugado una mala pasada al ministro Iceta, que acaso pensó que la lamentable situación en Barcelona podía retrotraernos no ya 150 años atrás a la capital francesa ardiendo en aquellas llamas revolucionarias, sino al París más próximo de 1973, negociando la paz en torno a una mesa para poner fin a una guerra interminable.
La liturgia de las mesas donde se negocian acuerdos históricos no es una cuestión menor. Una imagen vale más que mil palabras, y el protocolo de precedencias escenifica la jerarquía de la autoridad, del poder en definitiva. Por ello, decidir su forma, decoración, banderas, colocación de los asistentes, etc… requiere de un complejo proceso negociador previo entre las partes.
En esta ocasión, la imagen para la Historia doméstica es la de un Gobierno de la Nación que viaja a Barcelona a negociar lo que debe ser España con los separatistas y entre iguales. Cuando pase Sánchez –que pasará, como todo el mundo– el PSOE va a dejar para la posteridad unida a sus rojas siglas el icono de esa mesa.
«El PSOE deja para la posteridad unida a sus rojas siglas el icono de esa mesa»