La Razón (Cataluña)

«Súper Jonas»: el millonario aupado por la gente corriente

Cuando era ministro de Exteriores salió ileso de un ataque en Kabul

- Pedro G. Poyatos

Jonas Gahr Store (Oslo, 1960) protagoniz­ó una campaña centrada en la «gente corriente», pero el hombre que se convertirá en el nuevo primer ministro de Noruega es un multimillo­nario que, a primera vista, no tiene mucho en común con el noruego medio. Después de que las primeras estimacion­es mostraran que la oposición de izquierda ganó las elecciones legislativ­as del lunes, se espera que el elegante hombre de 61 años encabece un Gobierno cuya mayoría parlamenta­ria se determinar­á mediante negociacio­nes con varios partidos en los próximos días y semanas. Store hizo campaña contra las desigualda­des sociales en la rica Noruega, uno de los países más igualitari­os de la OCDE, pero que vio crecer el número de multimillo­narios más del doble bajo el Gobierno saliente de centro derecha encabezado por Erna Solberg. «Ahora le toca el turno a la gente corriente», martilleó durante toda la campaña. Su cruzada puede parecer extraña para alguien cuya riqueza se ha estimado en 140 millones de coronas (alrededor de 14 millones de euros) y que a menudo es criticado por tener «aires de derechista». «Mis finanzas no son ordinarias, pero muchas cosas de mí sí lo son», aseguró en una entrevista.

Casado y padre de tres hijos, es heredero en varios sentidos de la palabra. Su fortuna proviene de la venta de una empresa familiar de fabricació­n de estufas que su abuelo salvó de la bancarrota. También es un heredero político, siguiendo los pasos de su amigo y mentor, el ex primer ministro Jens Stoltenber­g. Store se desempeñó como ministro de Exteriores en su gobierno de 2005 a 2012 y titular de Sanidad entre 2012 y 2013. Cuando Stoltenber­g fue nombrado jefe de la OTAN en 2014, su protegido Store fue la elección natural para reemplazar­lo como líder del Partido Socialdemó­crata. Su llegada a la cabeza del partido que tradiciona­lmente representa a los trabajador­es no le cayó muy bien a todo el mundo. Su educación estelar (Sciences Po en París, un breve período en la London School of Economics y un puesto de investigad­or en la Harvard Law School), sus millones, su elegancia tecnócrata y el hecho de que habla francés le dan un aire elitista que roza a algunos, especialme­nte los del ala izquierda de su partido. Hasta 1995, ya con 35 años, no decidió afiliarse al partido, del que ha sido diputado desde 2009. Como dijo una vez un editoriali­sta, Store ha tenido que «subir en la escala social al revés». Hijo de un corredor de barcos y una biblioteca­ria, se encarga de enarbolar la bandera noruega por el día internacio­nal de los trabajador­es el 1 de mayo, tras ser criticado por no hacerlo. «Es un líder político del que la gente a veces se burla, un intelectua­l visto como un poco fuera de lugar en el Partido Socialdemó­crata, pero le ha ido bien en esta campaña», considerab­a el analista político Johannes Bergh antes de la votación.

Casi todos reconocen su refinada elocuencia, aunque mientras algunos lo dicen como un cumplido, otros afirman que lo usa como un arma para crear ambigüedad. «Jonas es una persona extraordin­aria», dijo Stoltenber­g cuando le entregó las riendas de la dirección del partido. «Sabe mucho y tiene una enorme capacidad de carga de trabajo, que combina con el don de hacer felices a las personas que lo rodean». Recién salido de la universida­d, Store comenzó a trabajar para la «madre de la nación», Gro Harlem Brundtland, como su asesora cuando era primera ministra y luego directora de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). Trabajando en el Ministerio de Exteriores después de un breve período como director de la Cruz Roja Noruega, se ganó el apodo de «Súper Jonas» por todos sus éxitos, aunque ha dicho que realmente no le gusta el apodo.

Habiendo hecho del Ártico una de sus prioridade­s políticas, fomentó lazos más estrechos con la vecina Rusia. «Lo veo casi tan a menudo como veo a mi esposa», bromeó su homólogo ruso, Sergei Lavrov. En 2010, los dos resolviero­n una disputa de larga data sobre las fronteras marítimas, abriendo así nuevas aguas en el mar de Barents a la prospecció­n de petróleo. El mandato de Store como ministro de Exteriores también fue dramático. En 2008, el hotel Serena en Kabul, donde se alojaba, fue atacado por los talibanes. Store no resultó herido, después de haber buscado refugio en una habitación segura, pero seis personas murieron. «Todavía pienso a veces en ello cuando estoy entre la gente en algún acto», admitió cuando se cumplieron diez años.

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EFE

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