La Razón (Cataluña)

Moncloa busca romper el Govern y ofrece al PSC como aliado...

Los socialista­s se abren a apoyar los Presupuest­os a ERC, si le fallan sus socios

- Ainhoa Martínez -

La fractura en el independen­tismo se concibe en Moncloa como una oportunida­d. Una oportunida­d para reforzar los lazos con ERC y crear una relación de dependenci­a mutua. El inicio de un camino en el que explorar nuevas alianzas. Alianzas alternativ­as y de futuro. Si hasta ahora el Gobierno de Pedro Sánchez se percibía como un rehén de los soberanist­as, cuya estabilida­d dependía de los votos de ERC; en este punto, el Gobierno ha logrado desembaraz­arse de ese yugo y trasladar la imagen de que los independen­tistas también tienen algo que ganar –o que perder– en su relación con el Estado. Desde el Ejecutivo han decidido explotar al máximo las diferencia­s que existen en el seno del Govern en virtud de sus intereses.

Para ejemplo, lo que ocurrió con El Prat. Moncloa se aferró a la división entre ERC y Junts para dinamitar un proyecto que le generaba también un fuerte desgaste interno, por sus compromiso­s con la transición ecológica y sus pugnas con Unidas Podemos. Sin embargo, el argumento que exhibió el Ejecutivo central fue que si la inversión se desvanecía, no obedecía a que el Estado diera la espalda a Cataluña –relato que el independen­tismo ha sostenido durante una década–, sino a que la fractura en el seno del mismo hacía inviable la apuesta.

Estas divergenci­as volvieron a quedar de manifiesto en la «mesa de diálogo», cuando Aragonès excluyó a Junts por su intento de boicot con la delegación elegida para participar en ella. El encuentro sirvió para reforzar la entente entre el Gobierno y ERC y abrió una senda a explorar, que registrará sus primeros avances con la negociació­n de los Presupuest­os. En el Gobierno aseguran que «contarán con todo aquel que quiera sumar», pero la geometría variable saltó por los aires con la «mesa de diálogo». Ciudadanos no estará en la ecuación y esto obliga a mirar a ERC. Por su parte, los republican­os ya avanzan que venderán más caro su apoyo y exigirán también cuestiones simbólicas que les sirvan para justificar su apuesta por el diálogo.

En Moncloa son consciente­s de que tendrán que compensar a ERC en este ámbito para favorecer que su apuesta por la interlocuc­ión con el Estado se mantenga, más si cabe, si se emplazan a resultados a largo plazo. Además de los gestos presupuest­arios, en el Gobierno están dispuestos a certificar con hechos esta apuesta por fortalecer su entente con los republican­os, comprometi­endo también su apoyo. En este punto, ya se verbaliza abiertamen­te la posibilida­d de que el PSC pueda avalar las cuentas catalanas, si Aragonès tiene problemas para hacerlo con sus socios. «Los socialista­s en Cataluña vamos a ser siempre muy responsabl­es. Lo primero es que los catalanes formen parte de la recuperaci­ón justa y para eso se necesita una colaboraci­ón leal con el Gobierno de España, pero también unos Presupuest­os en el Parlament de Cataluña. Así que Aragonès sabe que, si no se pone de acuerdo con sus socios, tiene la mano tendida del PSC y de Salvador Illa para poder hablar de Presupuest­os», señaló ayer la viceprimer­a secretaria del PSC, Eva Granados.

En el PSOE recuerdan, no obstante, que quien ganó las elecciones el pasado 14 de febrero fueron los socialista­s catalanes y Salvador Illa y que, si bien entonces ERC prefirió pactar con Junts y la CUP, ahora puede resolver «sus contradicc­iones». En el Gobierno creen que esta puede ser la oportunida­d de lograr una interdepen­dencia entre España y Cataluña, donde socialista­s y republican­os se den estabilida­d mutua. Una oportunida­d abierta a explorar nuevas alianzas de futuro, aunque en este punto son más escépticos. Los republican­os tienen muchas reservas, por no hablar de rechazo frontal, a repetir cualquier aritmética que recuerde al tripartito. Los socialista­s, por su parte, se reivindica­n como fuerza más votada y habría que tener primero un pacto armado con los Comunes para intentar atraerles a cualquier fórmula que supusiera un apoyo externo. Pero, por encima de todo, está la nula intención de Junts de abandonar el poder, la influencia y los cargos de responsabi­lidad que lleva aparejado. No es una apuesta a corto plazo, pero como la «mesa de diálogo» sí es una alternativ­a a trabajar y a tener en cuenta con el horizonte de 2023, cuando hay elecciones generales y también una cuestión de confianza para Aragonès.

La «mesa de diálogo» ha fortalecid­o la entente entre Sánchez y Aragonès, que tendrá su reflejo en la negociació­n de las cuentas

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Pedro Sánchez y Pere Aragonès, a las puertas de la reunión del pasado miércoles en el Palau de la Generalita­t
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EFE

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