«NO HAY DEMOCRACIA SI LAS MUJERES VIVEN CON MIEDO»
SeñoraSeñora ministra, en general, no hay democracia cuando las personas, mujeres y hombres, viven con miedo. Es más, si le damos una vuelta al argumento, hay mujeres poderosas, como Rosario Murillo y Cilia Flores, que encarnan las peores tiranías y llenan de espanto el ánimo de las buenas gentes, mujeres y hombres, sujetos a la arbitrariedad y a los caprichos del poder. Y hay mujeres, como Cristiana Chamorro o Berenice Quesada, que se alzan contra la dictadura, sin miedo, y arrostran las consecuencias. Cae usted, señora ministra, en el error, muy de esta época de desorientación que viven los marxistas, de considerar a los hombres y a las mujeres como si fueran especies diferentes cuando, en realidad, son seres humanos, con sus defectos y sus virtudes. Y comete usted, señora ministra, la indignidad de presumir el mal en los varones por el simple hecho de serlo. No es cuestión de buscar analogías en el tenebroso pasado europeo lo que, casi siempre, pervierte la realidad, pero es un planteamiento pernicioso que, a la larga, provoca mucho daño en los inocentes. Sus convicciones, no por ello legítimas, nos llevan a un modelo de desigualdad en derechos por meras razones de biología y, por lo tanto, injusto. Pero, con todo, lo peor es que parcelan a la sociedad en «colectivos», en lugar de gobernar para las personas, sin distinciones. No parece que les vaya a funcionar. Entre otras cuestiones, porque lo que ustedes consideran verdades aceptadas, indiscutibles, ocultan el silencio resignado, cuando no el miedo, de muchas personas, mujeres y hombres, a los que se señala cuando se salen de la norma o, simplemente, expresan su queja. Si ya es duro para cualquiera perder la patria potestad sobre los hijos, imagínese lo que debe ser para un varón sobre el que ni siquiera ha recaído una sentencia judicial. Leyes bárbaras, que se dicen feministas, pero que sólo son recortes de derechos por razón de sexo. Negación de la igualdad ante la ley, que es la antesala de las tiranías. Pregúnteselo a Rosario Murillo o a Cilia Flores.