La Razón (Cataluña)

LIAM GALLAGHER, UNA CAÍDA ESTRATOSFÉ­RICA Y UNA CERVEZA

- Julián Herrero

SiempreSie­mpre queda feo que una leyenda del rock muera. Más feo todavía teniendo a los mitiquísim­os e incombusti­bles Mick Jagger y Keith Richards al pie del cañón (ahora de luto y mermados con la baja de Charlie Watts). Ni siquiera la espectacul­aridad de una muerte en accidente aéreo le da más pompa al mito porque siempre nos han enseñado que los «viejos rockeros nunca mueren». Solo el helicópter­o hizo aún más grande a la Mamba Negra, al bueno de Kobe Bryant, cuando parecía imposible ser más gigante. Pero ese, el del deporte, ya es otro cantar. En la música, una vez pasados los temibles 27 (Joplin, Amy, Cobain, Hendrix, Morrison...), no debería haber manera de palmarla. Y quizá no la haya. Solo así se puede explicar que algunos de los Rolling continúen con nosotros y, ahora, que los seguidores de Liam Gallagher no estén hoy vestidos de negro en una romería de llantos. Según informó él mismo en las redes, el viernes fue más movido de la cuenta tras cantar «Supersonic» y «Live forever» en el Festival de la Isla de Wight (Inglaterra). Iba por los aires cuando algo se complicó y ¡pum!, la fuerza de la gravedad pudo con él: «Me caí del helicópter­o», firmaba. En sus propias palabras, hasta arriba de ironía, el aparato estaba en la estratosfe­ra, a «100.000 pies» (unos 30.000 metros), escribió, cuando todo ocurrió. Pero, si eso hubiera sido así, estaríamos hablando de un verdadero milagro de la naturaleza y no el de los panes y los peces o aquel salto mediático de Felix Baumgartne­r en el que se lanzó desde una especie de lavadora a casi 40 kilómetros del suelo y llegó sano y salvo (¿se acuerdan?). En este caso, de ser cierto, estaríamos hablando de algo más parecido a la salida en falso de «Espe» Aguirre y Mariano Rajoy de la plaza de toros de Móstoles, que pudo haber sido una tragedia pero que se quedó en un susto caído desde unos 10 metros de altura. La cara del cantante después de lo sucedido, un verdadero poema: heridas, tiritas y pomada. Un pack perfecto para convertirs­e en viral y hacer buena algunas de las letras que acababa de entonar: «Tal vez solo quería volar/ quiero vivir, no quiero morir (...) Tú y yo vamos a vivir eternament­e» («Maybe I just want to fly/ Want to live I don’t want to die (...) You and I are going to live forever»). O esa otra en la que el ex de Oasis se sentía «supersónic­o»: «I’m feeling supersonic/ Give me gin and tonic». Aunque aquí cambió la historia y no celebró la vida con un copazo, sino con una cerveza. Concretame­nte, con un zumo de cebada español, de Barcelona, una Estrella Damm. Y es que ¿hay algo mejor que una buena cerveza cuando de festejar se trata?

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TWITTER De esta guisa se ha presentado Liam Gallagher en las redes sociales tras «caerse», dice, de su helicópter­o

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