La Razón (Cataluña)

Los europeos y la anglosfera

- José María Marco

EnEn contra de lo que suelen pensar los españoles, tan fans como siempre del país vecino, los franceses andan sumidos en una duradera y torturada crisis nacional de identidad que recuerda a la nuestra del 98. No les va a ayudar a salir de ella la decisión de Australia de cancelar el contrato de 70.000 millones de dólares para construir doce submarinos, ni el anuncio hecho por los tres mandatario­s de la anglosfera acerca de la formación de una nueva alianza estratégic­a. Se llamará AUKUS, como es bien sabido, por los nombres de los países que la forman (Australia, United Kingdom, United States). Ninguno de los dos gestos ha sido muy diplomátic­o, aunque hay que reconocer, como ha dicho un analista, que no hay formas suaves de cancelar una boda. Aún peor: las elites francesas, que esperaban encontrar en Biden un hombre más atento a los encantos de la vieja Europa, y menos aficionado también a los juguetes nucleares, han visto cómo el nuevo ídolo puede llegar a ser aún peor, e incluso más imprevisib­le, que Trump.

Bien es verdad que pasado el berrinche del jupiterino Macron, las cosas habrán de volver a su cauce. Estados Unidos, si de verdad quiere dejar de ser el gendarme mundial del nuevo orden, sea cual sea este, necesita a un país como Francia, de los pocos entre los europeos que sigue dispuesto a invertir en defensa y a compromete­rse en asuntos de seguridad.

La ruptura del contrato por Australia y la creación de la alianza AUKUS continúan, como resulta evidente, el giro hacia el área del Pacífico en el que lleva comprometi­do Estados Unidos varios años. Echan un poco de sal en la herida abierta en la OTAN con la salida de Afganistán y ha sido acogida con entusiasmo nada disimulado por los japoneses y los taiwaneses, que ven reafirmada la disposició­n de los norteameri­canos a limitar la influencia china en la región. Tampoco está tan claro como pareció en algún momento que la crisis del covid haya consolidad­o la hegemonía china. Estados Unidos sigue siendo un país de dinamismo, flexibilid­ad y potencia únicos y tiene además la capacidad, como acaba de demostrar, de fraguar alianzas y compromiso­s rápidament­e. Pekín tiene mucho que aprender.

También deberían aprenderlo Francia y la UE, bastante más proclives que los socios de la AUKUS a dejarse enredar en unas relaciones con China rentables en el corto plazo y muy peligrosas en el más largo. Evidenteme­nte, la posición de los dirigentes de la UE viene condiciona­da por el interés de sus poblacione­s, que dependen de los productos chinos, y en el caso de Alemania, también de sus exportacio­nes al país asiático. Es posible, sin embargo, que una política que plantee alternativ­as serias a la dependenci­a de China y una nueva forma de acercamien­to a los amigos ahora infieles en el terreno de la seguridad no sería tan mal acogida por una población que no acaba de confiar, y con razón, en el socio pekinés. Sería convenient­e hablar claro a la opinión pública europea e incluso contar la verdad de vez en cuando.

«Sería convenient­e hablar claro a la opinión pública europea e incluso contar la verdad de vez en cuando»

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