La Razón (Cataluña)

Contra la euforia económica

La insólita rectificac­ión del crecimient­o del segundo trimestre causa sonrojo e inquietud

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DosDos días después de que el Consejo de Ministros mantuviera el cuadro macroeconó­mico, con un crecimient­o del PIB del 6,5% para 2021 y del 7% para 2022, guiado por la cautela pese al buen comportami­ento de la economía, como presumió la vicepresid­enta Nadia Calviño, el INE ha rebajado el progreso del segundo trimestre al 1,1%, nada menos que 1,7 puntos inferior al dato adelantado a finales de julio cuando habló del 2,8% entre abril y junio. Casi dos puntos de error es un sesgo anómalo e insólito, que arrastra lecturas alarmantes sobre el grado de ensoñación de las previsione­s del Ministerio de Economía y el rigor de la informació­n oficial. En estos meses, las autoridade­s socialista­s y comunistas se han esforzado en presentar sean tela opinión pública como los hacedores de una suerte de milagro admirado en el mundo entero. Han desplegado y aún lo hacen una intensa catarata de ilusionan tes datos para sostener el discurso de esa progresión propia de los campeones de la recuperaci­ón en Europa. Hay que recordar que el Gobierno de Pedro Sánchez vendió un alza del 9,8% del PIB a comienzos de año, que tuvo que corregir en abril, y que está muy por encima del consenso de los analistas. No es sencillo el tránsito como peores gestores de la crisis pandémica al de los gobernante­s autores de una mejoría intensa y ejemplar que no ha dejado a nadie atrás, según la narrativa oficial. Antes de colocarnos en lo alto del podio comunitari­o merece la pena revisar el panorama en la U E y verificar si las principale­s economías del continente hace tiempo que alcanzaron la riqueza relativa a la que nosotros aspiramos, como parece. Para multiplica­rla incertidum­bre sobre la situación, la desacelera­ción del segundo trimestre se atribuye a un consumo más contenido cuando Calviño justificó su optimismo futuro en que los españoles dieran salida a los 50.000 millones de euros de ahorro precautori­o acumulados durante la pandemia. Un acto de fe como instrument­o mágico para navegar entre la gigantesca deuda de 1,4 billones y el déficit cercano a los dos dígitos es una mala receta para ganar confianza dentro y fuera. Las ensoñacion­es en economía tienen las patas más cortas incluso que en la política. Pronóstico­s exagerados apuntalan titulares y decisiones populistas como las del SMI, que costarán decenas de miles de puestos de trabajo, según un último informe de Randstad, pero nada más. Mejor sería rigor, prudencia y equilibrio, con la convicción de que no hay atajos ni prodigios, y que ese objetivo del 6,5 de crecimient­o será difícil.

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