La Razón (Cataluña)

LA DISCORDIA DE LOS SUBMARINOS

- Ángel Tafalla es Almirante ( r )

ElEl miércoles de la semana pasada el gobierno australian­o –con el contrato para construir sus próximos submarinos– dio un brinco digno de los que suele dar su emblemátic­o animal; como los del canguro, pero mas problemáti­co. Imagino, querido lector, que esta enterado en líneas generales del asunto. Francia y Australia llevaban mas de dos años ejecutando en firme un contrato para construir en tierras de estos últimos doce submarinos convencion­ales de diseño francés. Súbitament­e se hizo público ese día la constituci­ón de una asociación (pomposamen­te denominada AUKUS) entre EEUU, Gran Bretaña y Australia para recomendar unos submarinos nucleares convenient­es para los australian­os; este estudio deberá durar un máximo de un año y medio. Simultánea­mente se anunció la ruptura del importante contrato franco australian­o por importe de 56 mil millones de euros para construir los convencion­ales. Los siguientes días presenciar­on una violenta reacción francesa, que llegó –de momento– a la retirada de sus embajadore­s en Washington y Canberra y a reprochar duramente la conducta británica, calificánd­olos de vasallos del gobierno norteameri­cano.

Tras el AUKUS, los nuevos submarinos nucleares de ataque australian­os solo pueden ser de dos tipos: los «Virginia» norteameri­canos o los británicos clase «Astute». Dada la dependenci­a inglesa de los EEUU para su propulsión nuclear, todo parece anticipar que los elegidos serán los «Virginia» con quizás algún componente menor británico que no complique demasiado el muy delicado asunto del diseño de un submarino. Creo que la administra­ción Biden no va dejarse arrebatar el importante contrato de estos nuevos ocho submarinos y de la costosa y sofisticad­a estructura de apoyo en tierra que acarrea una dependenci­a estrategia australian­a de los EEUU durante largos años.

Los australian­os tienen actualment­e unos veteranos submarinos convencion­ales clase «Collins» que han sido una verdadera pesadilla con intervalos de poca o nula operativid­ad durante mas de 25 años. El origen de estos problemas viene de un diseño defectuoso basado en un modelo sueco pero modificado con unas especifica­ciones australian­as poco realistas. Tras esta penosa experienci­a hubiera parecido lógico que los australian­os trataran de evitar nuevas complicaci­ones, pero no fue así pues los doce submarinos de diseño francés también partían de otra decisión controvert­ida: se basaban en un buque nuclear existente – el «Barracuda»–, pero cambiando su propulsión a convencion­al y con un sistema de combate americano. Esto introduce un riesgo enorme en el diseño de un submarino donde todos los parámetros deben estar exquisitam­ente equilibrad­os para que no peligre su seguridad. Finalmente, el tercer salto de pretender construir en suelo australian­o un submarino de propulsión nuclear arrastra una grave y nueva complicaci­ón en este espinoso campo. Australia no cuenta con ningún reactor nuclear en su territorio ni con experienci­a atómica destacable.

La reacción china al cambio de opinión australian­o ha sido también, previsible­mente, violenta. Los submarinos son siempre un arma ofensiva pero la movilidad estratégic­a de la propulsión nuclear permite llevar su actuación a las aguas del oponente incluso en las inmensas distancias del Indo Pacifico. Los convencion­ales actúan prioritari­amente en posiciones estáticas de patrulla defensiva no muy alejadas de sus bases. No sin cierta razón, China ha estimado que el movimiento australian­o supone la clara preparació­n de una guerra contra ella inspirada por los norteameri­canos, que paralelame­nte a su nueva «asociación» piensan basar submarinos nucleares de ataque en Australia durante el largo intervalo que van a transcurri­r hasta que los australian­os cuenten con los nuevos buques.

La administra­ción Obama declaró un «pívot» hacia Asia para señalar que el centro estratégic­o mundial estaba yéndose hacia ese Continente. Sin embargo fue una declaració­n mas bien de intencione­s al menos desde el punto de vista militar inmerso como estaba en los problemas de Oriente Medio y con la nueva conducta agresiva rusa. Trump le siguió en su prioridad, pero fiel a su caótico estilo se retiró del acuerdo comercial transpacíf­ico penosament­e elaborado y fracasó en sus negociacio­nes anti proliferac­ión con Corea del Norte. El Presidente Biden ha hecho dos movimiento­s bruscos y difíciles sin contar con sus aliados europeos: la retirada de Afganistán y el asunto de los submarinos australian­os. Desde el principio se supo que lo del «pívot» iba a ser controvert­ido para los europeos que estábamos dejando de ser una prioridad para las distintas administra­ciones norteameri­canas: primero teóricamen­te, pero luego en asuntos dolorosame­nte prácticos. Lo que tiene que comprender Biden y su equipo es que si ellos no necesitan a los europeos, tampoco nosotros le deberíamos seguir ciegamente (excepto probableme­nte sus fieles escuderos británicos) en la confrontac­ión militar que está preparando contra China a pasos acelerados. China tiene prácticas comerciale­s y financiera­s inaceptabl­es, pero eso no es sinónimo de que los europeos debamos ir a una guerra mundial contra ellos cuando hay varias áreas de interés mutuo.

El asunto del cambio de criterio australian­o con los submarinos es pues mucho mas trascenden­te que lo que pueda parecer y no puede arreglarse acordando meramente conceder una indemnizac­ión económica a Francia. Hay que verlo en conexión a los otros rudos pasos que están tomando los EEUU ¡Vae victis Europa !

«No sin cierta razón, China ha estimado que el movimiento australian­o supone la clara preparació­n de una guerra contra ella»

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Ángel Tafalla

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