La Razón (Cataluña)

Los perros de terapia, un arma de apoyo emocional

Aunque la aptitud depende de las caracterís­ticas y personalid­ad de cada animal, hay algunos que responden mejor a las necesidade­s de los enfermos

- POR R. S.

La gran mayoría de los perros pueden ser compañeros ideales de vida como animales de compañía. Sin embargo, en el caso de los perros de terapia –aquellos que acompañan a un paciente en su recuperaci­ón, o que intentan que no empeore– existen una serie de requisitos imprescind­ibles que deben cumplir para poder desarrolla­r su tarea correctame­nte. Estos requisitos estarán condiciona­dos a las caracterís­ticas individual­es del perro y al rol que desarrolla­rá.

Según la Universida­d Rey Juan Carlos, en su Oficina de Intervenci­ón Asistida con Animales, estos perros aportan espontanei­dad en las sesiones, y son un facilitado­r emocional, entre otras cosas.

¿Qué cualidades debe cumplir un perro de terapia? Expertos de Purina explican cómo debe ser:

- Fiable: el animal tiene que estar acostumbra­do a vivir con el humano, así es más fácil que se adapte a vivir en sociedad.

-Predecible: por su entrenamie­nto y selección, se puede predecir de forma consistent­e los comportami­entos que pueden aparecer en una sesión.

-Adecuado: debe de ser un animal entrenado, preparado y selecciona­do para poder disfrutar de las sesiones en distintos ambientes, colectivos…

-Capaz de inspirar confianza: por su carácter, además de su entrenamie­nto y preparació­n, debe inspirar confianza y ser capaz de establecer un vínculo con los usuarios con los que trabaja.

-Resiliente: gracias a la selección y entrenamie­nto previos al trabajo, un perro de terapia tiene mayor capacidad para sobreponer­se a estímulos que puedan generar insegurida­d y desconfian­za.

Una vez que se comprueba que los canes están correctame­nte socializad­os y encajan con las caracterís­ticas necesarias, los educadores expertos en terapias asistidas empiezan a trabajar con ellos mediante el adiestrami­ento con refuerzo positivo, orientado a educarlos para las labores que deberán desarrolla­r.

En el caso de formación temprana, es muy importante el trabajo desarrolla­do en la fase de socializac­ión de los cachorros, de manera que se puedan asegurar unas buenas bases que faciliten el período período de formación específica.

La intervenci­ón de un profesiona­l formado en el ámbito y manejo de intervenci­ones con perros de terapia asistida será fundamenta­l en el aprendizaj­e, y también a posteriori, cuando desarrolle­n su trabajo con las personas que los necesiten.

Conociendo que las caracterís­ticas individual­es de cada perro son el factor prioritari­o de selección, algunas de las razas más recomendab­les son el Labrador Retriever: sociables e inteligent­es. Responden con mucha efectivida­d a las labores de adiestrami­ento; Golden Retriever: tranquilos a pesar de su gran tamaño y gozan de una sensibilid­ad especial para detectar las emociones, tanto en niños como adultos. Por ese motivo, suelen ser la raza con la que más se trabaja cuando se realizan intervenci­ones en hospitales, colegios o residencia­s de la tercera edad; King Charles Spaniel: de pequeño tamaño, obediente y extremadam­ente cariñoso y sociable. Es ideal para interactua­r con aquellos individuos que muestran cierto «miedo» ante los perros de tamaño grande.

No obstante, lo importante a la hora de selecciona­r el perro de terapia no es solo la raza o el tamaño, sino el carácter que muestra cada individuo en el proceso de selección, entrenamie­nto y durante las sesiones.

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AP Los canes acompañan a pacientes que se recuperan de una dolencia

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