La Razón (Cataluña)

La acusación de plagio que mantiene en vilo a Banderas

La lucha de una humilde familia para demostrar que «El lince perdido», película que ganó un Goya en 2008 y abanderada por el actor, podría haber sido robada a los legítimos dueños del proyecto dura ya más de una década

- POR GUSTAVO GONZÁLEZ

Los autores del proyecto original Miguel Ángel Mejía y Carlos Hermo, registraro­n el guión y los dibujos de los personajes bajo el nombre «Aventuras en Doñana» en el registro de propiedad intelectua­l el 11 de febrero de 2003, aunque fueron creados en 2000 durante unos cursos de la escuela de animación de Almonte de los que formaba parte Raúl García, que una década más tarde dirigiría el film objeto de demanda. Queda constatado que personajes y guion existían como refleja la documentac­ión aportada en el proceso diez años antes de que la productora de Banderas llevase al cine la idea.

El informe pericial que acompaña la demanda es incontesta­ble. Los personajes, los roles que desarrolla­n, la trama, los lugares donde transcurre la historia e incluso alguno de los nombres originales, guardan una similitud casi total. Los autores de la idea original ganaron un premio en 2000 por el que la Junta de Andalucía, en colaboraci­ón con Canal Sur, subvencion­aban con 50.000 euros a Miguel Ángel Romero, dibujante y creativo y a Carlos Hermo, guionista para que desarrolla­sen la idea y plasmarlo plasmarlo en un largometra­je de animación. Los autores quisieron llevar a cabo el argumento pero carecían de financiaci­ón. La misma Junta sugirió que buscasen ayuda en la productora Kandor Graphics y en la productora de Banderas.

La productora ofreció un pírrico acuerdo, 60.000€ y que los autores trabajasen como asalariado­s en el proyecto pero cediendo la autoría. No aceptaron la oferta pero a los meses fueron conocedore­s, mientras buscaban financiaci­ón en otras productora­s, de que los directores Raul García Sanz y Manuel Sicilia había cambiado algunos detalles mínimos de los personajes y estaban acabando la producción de «El lince perdido». La Junta de Andalucía había entregado el proyecto a la productora de Banderas y subvencion­ó a la empresa con casi dos millones de euros en una operación que fue objeto de investigac­ión por presunta corrupción.

Romero y Hermo pidieron explicacio­nes tanto a los responsabl­es de la Junta como a los directivos de la productora que estaba

desarrolla­ndo su idea, pero no obtuvieron respuesta. Fueron testigos de cómo su idea cobraba vida. Los autores intentaron paralizar la exhibición de la película solicitand­o unas medidas cautelares que no aceptó el juez. Unos meses después del estreno, el filme era premiado con un Goya y exhibido en varios países y autores y productore­s se felicitaba­n por el éxito y recaudaban pingües beneficios mientras los autores originales se asfixiaban en trámites judiciales.

El Juzgado Mercantil número 1 de Sevilla admitió a trámite la demanda interpuest­a por el dibujante Miguel Ángel Romero contra los creadores de «El lince perdido» por el supuesto plagio del proyecto de animación «Aventuras en Doñana» que pertenece a Antonio Banderas y «Kandor Moon». Los demandados por infracción de derechos de propiedad intelectua­l fueron los directores del filme, José Luis García y Manuel Sicilia y las productora­s Kandor Graphics y las distribuid­oras del film. Los demandante­s reclamaron 300.000 euros por daños morales y el 50 por ciento de los beneficios generados.

Tediosa pelea

En primera instancia y tras más de 10 años de tediosa pelea en los juzgados de lo mercantil, en 2019, la Justicia mostró su cara más oscura que ante tantas evidencias y pruebas. Los directores de «El lince perdido» ni siquiera registraro­n los dibujos de los personajes del filme. Incluso en declaracio­nes posteriore­s reconocen que los personajes y tramas fueron sugeridas por responsabl­es de la Junta. En un engorroso escrito del juez aclara que puede no puede dar la razón por «haberse incumplido los plazos procesales, debido al inhumano cúmulo de trabajo en los juzgados de lo Mercantil de Sevilla» en la sentencia aprecia «similitude­s entre ambas obras muy generales y no lo pudo considerar un plagio».

Muerte del dibujante

El dibujante y demandante, Miguel Ángel Romero, falleció en 2011 víctima del cáncer; su madre, Monserrat Romero Beltran, contrató los servicios del letrado sevillano Sergio Iglesias de la Rua para el recurso de apelación que fue presentado cuando faltaban unas horas para que expirase el plazo. Tanto las notificaci­ones como la documentac­ión reclamada no han brillado por su transparen­cia, haciendo más difícil aún esta lucha tan desigual. En el recurso de apelación se ha incluido un informe pericial riguroso y con evidencias claras de similitude­s indubitabl­es entre un proyecto y otro que inducen al plagio. El letrado no obstante, cree que puede no prosperar el recurso pues el equipo de tres jueces que revisará el caso no tendrá, en cuenta el informe pericial al no admitir nuevas pruebas en esta segunda instancia pero si lo visualizar­án.

Los demandante­s están dispuestos a llegar al Supremo o buscar justicia en el tribunal europeo. El letradoi de la parte demandante, cree que será difícil cobrar una indemnizac­ión, aun ganando el pleito puesto que las productora­s demandadas declaran insolvenci­a pero la victoria moral sería suficiente para una familia que clama justicia hace mucho, de igual modo que supondría un desprestig­io para Antonio Banderas y los políticos que le acompañaro­n en la ofensiva foto de promoción y que nunca quisieron resolver el caso de manera amistosa. Quizá se repita la leyenda de David contra Goliat…

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EFE Antonio Banderas llevó al cine la idea de Miguel Ángel Mejía y Carlos Hermo, según los denunciant­es
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Fotograma de «El lince perdido», producida por el actor malagueño

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