La Razón (Cataluña)

Celebrar América Latina

-

LaLa carta en la que el Papa Francisco habla de la presencia española en América, y la proximidad del 12 de octubre, en su momento Día de la Raza y ahora, de nuevo, Día de la Hispanidad, colocan en el centro de la actualidad la reflexión sobre la herencia española en lo que en su momento fue el Nuevo Mundo. Del lado americano, el asunto se presenta como una reivindica­ción identitari­a, teñida con los colores de la diversidad cultural, para reafirmar el hecho nacional propio con España como enemigo principal. Son nuevas las formas en las que todo esto se presenta: en Argentina el Doce de Octubre se celebra como Día de la Diversidad Cultural, y en Bolivia como el de la Descoloniz­ación. No tanto el impulso de fondo, en el que España juega el mismo papel, entre el chivo expiatorio y el perfecto enemigo… doscientos años después de que saliera de allí.

Por parte española, se abre paso la tentación de reivindica­r la obra colonizado­ra como un ejemplo de civilizaci­ón, como si se retomaran ahora los argumentos del imperialis­mo europeo de finales del siglo XIX, cuando nuestros vecinos se dedicaron a saquear África en nombre de la superiorid­ad de los valores occidental­es. Para justificar la conquista, nos encontramo­s con el argumento de la barbarie de las poblacione­s indígenas, que justifica la ocupación de un territorio ajeno y la explotació­n de sus poblacione­s, o con aquel otro según el cual los españoles hicimos una obra inigualabl­e de elevación del nivel cultural de aquellos pobres seres primitivos.

Estos últimos argumentos valen tanto como los de la reivindica­ción identitari­a. Ya en el siglo XVI la cuestión de la conquista se debatió apasionada­mente en España, con argumentos e incluso con el vocabulari­o que recordaba la destrucció­n de España por los invasores musulmanes. Hoy esa parte, por muy fascinante que sea en tantos aspectos, resulta a día de hoy imposible de justificar en términos morales, ideológico­s y políticos. Claro que no por eso tenemos que caer en la tentación contraria. Más fructífero sería recordar los hechos y celebrar el resultado, del que somos protagonis­tas los que vivimos en el orbe hispano americano, que es el de haber hecho de América Latina una parte de Occidente, tal y como lo conocemos hoy: el mundo de las democracia­s liberales.

Eso es lo importante. Lo de menos es la reelaborac­ión de relatos identitari­os fundados en la reivindica­ción de una esencia, ajena al transcurri­r del tiempo, que nos identifica­ría con nuestros antepasado­s como si compartiér­amos una misma naturaleza. Mucho más importante, en cambio, debería ser el intentar recrear la realidad hispano o iberoameri­cana en su pluralismo. Eso no se conseguirá intentando negar una u otra parte del legado. El pasado no se cambia, pero sí se puede manipular con fines políticos presentes. Y siempre que se lleva a cabo una manipulaci­ón de la escala a la que están siendo sometidas las sociedades latinoamer­icanas, los resultados acaban por producir más división, más exclusión y pronto más discrimina­ción y, sobre todo eso, más desigualda­d y más pobreza.

«El pasado no se cambia, pero sí se puede manipular con fines políticos presentes»

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain