Cambio cultural
Hablaba el ministro Escrivá, en una entrevista, sobre la diferencia cultural de los países de nuestro entorno a la hora de jubilarse. Decía que en la mayoría de los estados europeos, la edad media de jubilación es más avanzada y que España viene a ser una anomalía en Europa. Más que una proposición era una reflexión, pero un miembro del Gobierno no está para reflexionar sobre cambios culturales, porque las reflexiones traen consigo confusiones, incertidumbre e indecisiones.
Los españoles hemos cubierto el cupo de cambios culturales, como hagamos más cambios dejaremos de ser españoles. El mayor cambio cultural es tener un Gobierno conviviente con una oposición con poder dentro de ese Gobierno y con apoyos parlamentarios de los partidos que quieren dinamitar el país que el Gobierno gobierna.
Yo aún no me he adaptado a ese cambio cultural. Cuando un ministro socialista afirma o propone algo, sobre lo que sea, el tema es lo de menos, luz, vivienda, género, jubilación, impuestos, salario mínimo ... cojo una bolsa de palomitas, la meto en el microondas durante tres minutos a máxima potencia y a esperar la reacción de los ministros de la oposición que no se hace esperar. Con la bolsa, aún caliente, recién salida del microondas, van apareciendo todos, menos Garzón, que aún sigue contabilizando el azúcar de los refrescos y sigue sumido en su propio cambio cultural.
Cómo será de extraña la relación entre los convivientes gubernamentales, que en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros casi acabo con mi existencia de palomitas. Ya no sabía si estaba en una rueda de prensa o en un Grand Slam de tenis entre Escrivá y Yolanda Díaz, la nueva Iglesias en versión pija que no se había leído la entrevista. ¡Qué tensión con el saque y el revés a cuenta del cambio cultural!