«LOS GOBIERNOS NO HACEN NADA. SOLO BLA, BLA, BLA»
Pues,Pues, mi admirada Greta, para no hacer nada nos están poniendo la vida muy difícil, sobre todo a los pobres españoles que, aunque nuestra leyenda haga creer los contrario, somos un pueblo sumiso y obediente, propenso a la credulidad y, además, estamos pastoreados por unos tipos que saben que no hay más dinero que el que tenemos en los bolsillos y no están dispuestos a parar hasta que no nos saquen la última perra. No como los franceses, a los que Macron, en lugar de hacer bla, bla, bla, les quiso meter un impuesto al diesel, por eso del cambio climático, y acabaron por incendiarle París, tocados con sus chalecos amarillos. No, mi idolatrada Greta, los gobiernos, al menos los europeos, no hacen bla, bla, bla. Se cargan las fuentes de energía más eficientes, baratas y con las reservas mejor distribuidas por el ancho mundo, como el carbón, para promocionar unas alternativas verdes más caras e ineficientes. Porque, mi querida Greta, hasta que no seamos capaces de almacenar el sol y el viento, como se hace con el gas, el petróleo, el uranio y el denostado carbón, lo eólico y lo solar dependerá del clima, y eso sí que no lo podemos controlar.
Por supuesto, mi dilecta Greta, todo corre a cuenta de unos ciudadanos a los que se predica la nueva religión del calentamiento global y, dada la falta de cintura dialéctica de los nuevos sacerdotes, intuyen que es mejor callarse y seguir a la procesión. Y los gobiernos, que han visto el filón, en lugar de hacer bla, bla, bla, aplauden hasta con las orejas los acuerdos de la Comisión y preparan peajes en las viejas autovías para, no te lo pierdas, mi apreciada Greta, disuadir del uso del vehículo propio al ciudadano y que éste salve el mundo. Pero como la gente tiene que comer y lo de hacerse autosuficiente presenta algunas dificultades insalvables, pues ahí están los camiones pagando tasas suplementarias para que lleguen las lechugas al mercado. Y otro día, mi respetada Greta, hablaremos del gas y del crimen contra el planeta que supone ducharse con agua caliente en enero.