«Mediterráneo»: así emergió el Open Arms
Eduard Fernández se pone en la piel de Óscar Camps, fundador de la controvertida organización de rescate
Aunque ahora sus múltiples premios de interpretación digan lo contrario, Eduard Fernández (Barcelona, 1964) nació para el waterpolo. Campeón de joven, el actor ha llevado al extremo sus dotes en la natación para dar vida a Óscar Camps, el fundador de la ONG Open Arms que se lanzó al mar a rescatar refugiados tras pasar varias noches sin dormir por la foto del pequeño Aylan, fallecido en las costas griegas. En «Mediterráneo», dirigida sin concesión a la lágrima fácil por Marcel Barrena, Fernández lidia con las sombras de un personaje controvertido pero, según él, «real y sincero».
Lecciones de vida
«Cuando me llegó el proyecto, primero lo miré con recelo. Sabía que iba sobre el Open Arms, y conocía la labor de la organización, pero no quería formar parte de un panfleto», explica el intérprete en entrevista con LA RAZÓN. Y sigue: «Hay gente que ha puesto en duda Open Arms, o las intenciones de Camps, aunque lo que hace es lo que siempre hizo como socorrista, salvar vidas. Los problemas políticos o sociales que se puedan generar una vez esas vidas están en tierra son otro asunto».
Fernández, que añade que gran parte de su interpretación parte de lo que tiene en común con Camps (origen, edad, hasta aspecto físico), reconoce sin embargo embargo que hiló fino a la hora de abordar el pasado de Camps, que en la película se intuye lleno de malas decisiones: «Yo realmente solo seguí el guion. Por supuesto, hablé con él para entender más, pero me ceñí a él. Todo el mundo tiene un pasado, lo bueno es que también se gana experiencia con ello. La suya es una historia sobre cómo cambiar y reconducirse para ser mejor persona y estar más a gusto en la vida», relata con vehemencia.
Y, después de un rodaje tan extenuante y un acercamiento tan real al drama de la inmigración costera, ¿qué saca en claro Fernández sobre una posible solución? «No se sabe qué cojones hacer con un problema que de repente nos ha dado en las narices y cuyas raíces son ya demasiado largas. Vivimos en un mundo en el que para que unos sean más ricos, hay otros que tienen que ser más pobres. Yo no soy político, y no tengo una solución, porque si no la estaría aplicando ya. Eso sí, me hierve la sangre cuando se pone en duda el salvar de la muerte a seres humanos. Es una barbaridad», remata sobre lo que, ya en términos estrictamente cinéfilos, le pone en la pista de despegue hacia una más que posible nominación al Goya, la número trece. Junto a él, un Dani Rovira cada vez más cómodo en lo dramático y la siempre confiable Anna Castillo, que da vida a su hija en una «Mediterráneo» tan dura como emocionante.