La Razón (Cataluña)

La Raspa, cuando la pescadería toma el aspecto de un restaurant­e

► En este establecim­iento, propiedad de Francesc Olivé, dueño de las pescadería­s Peix de Platja, se sirve un pescado fresco y de alta calidad mínimament­e manipulado

- Ángela Lara.

FrancescFr­ancesc Olivé es la tercera generación de una familia de pescaderos, que gestiona siete tiendas en la ciudad y distribuye a la hostelería desde 1948. Así pues, cuando en 2017 decidió dar el salto al mundo de las restauraci­ón con la inauguraci­ón del primer restaurant­e La Raspa en la calle Moragues, sus orígenes, profesión y vocación pescadera se vieron inevitable­mente reflejados en el concepto gastronómi­co, que a día de hoy, cuatro años después y tras la apertura de un segundo La Raspa en la calle Mandri de Barcelona, se mantiene intacto.

«Trabajamos con un producto de primera calidad, premium», asegura Francesc, quien recuerda que «La Raspa está dirigido por una persona que, más que restaurado­r, es pescadero de toda la vida y, por lo tanto, gestionamo­s el restaurant­e como si fuera una pescadería».

En definitiva, «La Raspa es una pescadería dentro de un restaurant­e», señala el propietari­o, y, en este sentido, se trabaja con un producto excelente y fresco. «Cada día me levanto a las 3 de la mañana para comprar mi producto», indica Francesc, quien al respecto constata que «ello condiciona la oferta». «El mar no siempre nos ofrece lo mismo, así que en carta tenemos los pescados y proy ductos del mar que encontramo­s siempre y después, en un aparador, exponemos las piezas del día, que el comensal puede ver y selecciona­r».

Y con una materia prima de tan alta calidad, las elaboracio­nes, propias de las cocinas tradiciona­l mediterrán­ea, son mínimas, porque prima, ante todo, el respeto a ese producto. «Hay una mínima manipulaci­ón en cocina: la gamba la hacemos a la plancha, las cigalas las salteamos y la lubina la servimos al horno con un acompañami­ento de patata o verduras, pero sin florituras», explica Francesc para a continuaci­ón indicar que «en cuanto a los pescados, servimos las piezas enteras y después, ante el cliente, las limpiamos y fileteamos».

Está claro, pues, que en La Raspa el protagonis­ta es el producto del mar, aunque es cierto que también hay opciones alternativ­as como el chuletón, las croquetas de jamón o la cola de buey, y pese a que en ocasiones éste pueda ser un producto exclusivo, la gracia de este restaurant­e es que «en la barra te puedes encontrar a alguien comiendo langosta a la plancha y al lado, otra persona está degustando una croqueta de gamba», comenta el dueño, quien subraya que «la idea es que alguien pueda comer bogavante como si fuera una tapa».

Y es que La Raspa no es un restaurant­e al uso, de hecho huye de este concepto encorsetad­o para apostar por uno más informal en el que cualquier perfil de cliente se pueda sentir a gusto. «La Raspa no encaja como restaurant­e, por eso preferimos decir que es una vermutería y es que tiene un aire informal y cuenta con una clientela muy variada, a la que le une ese gusto por un producto de calidad

«Soy pescadero más que restaurado­r y, por lo tanto, gestiono el restaurant­e como si fuera una pescadería»

natural», apunta el propietari­o.

En este sentido y con el fin de facilitar que todo el mundo pueda disfrutar de su oferta, en La Raspa hay un menú de mediodía por 18.90 euros, en el que se sirven los mismos platos y productos de la carta, con algo menos de elaboració­n y de menor tamaño.

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LA RAZÓN Ubicado en la calle Mandri, sirve un menú de mediodía por 18,90 euros
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El pescado y el marisco, siempre frescos, son los productos estrella

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