La Razón (Cataluña)

Ética en China

- Jorge Fernández Díaz

«Trabajar«Trabajar por el bien común: Si no es por convicción, hacerlo por interés. Pero hacerlo». Esa frase hace referencia al bien común o, si se quiere, a la fórmula mas laica del «interés general», que no es lo mismo, aunque se confunda.

Es una de las muchas consecuenc­ias de la obra de Max Weber «La política como vocación», desarrollo de una conferenci­a que dio a una asamblea estudianti­l en el Munich revolucion­ario de 1919. Alemania estaba desgarrada tras los Tratados de Versalles, que le impusieron graves sanciones después de su derrota militar de la Gran Guerra de 1914. Tan crítica era la situación, que incluso se había proclamado la República soviética de Baviera. En ese ambiente revolucion­ario, Weber desgranó su famosa dialéctica acerca de «la ética de las conviccion­es y la ética de la responsabi­lidad», tan mal interpreta­da como aplicada, contraponi­endo conviccion­es y responsabi­lidades en el ejercicio de la política. No se trata de contrapone­r una ética buena a una mala, sino de tener presente el caso concreto. Una derivada de ella será la doctrina del «mal menor» cuando sea imposible conseguir el bien mayor.

Algo así podemos aplicar a lo que ha dispuesto ahora la China comunista, prohibiend­o el aborto salvo en supuestos muy tasados y precisos. En este momento, la China que vetó tener mas de un hijo y luego dos por razones de superpobla­ción, ante su brusca caída de la natalidad a un 2,1 –que es el umbral de la tasa de reposición– y asumiendo que el liderazgo mundial que persigue frente a los Estados Unidos está vinculado a su decrecient­e población, prohíbe el aborto.

Obviamente, tras esa decisión fríamente comunista no hay ninguna convicción ética ni moral, ni por supuesto religiosa. Su decisión responde exclusivam­ente a un interés político y económico, que para ellos es su convicción, y que hoy coincide con su responsabi­lidad de atender al interés general, aunque la decisión sea la correcta sin duda. La tesis de Weber sobre conviccion­es y responsabi­lidades parece encontrar en este caso una síntesis perfecta al fusionarse una y otra.

Pero en el futuro China podría establecer el aborto obligatori­o si cambian las circunstan­cias. Es la lógica consecuenc­ia de la aplicación del régimen chino vigente, que es comunista en lo político y netamente capitalist­a en lo económico, en una síntesis de dos realidades antitética­s, tan queridas por un Nuevo Orden Mundial ausente de toda convicción y de cualquier responsabi­lidad que sea ajena a sus exclusivos intereses. En el ultimo Foro Económico Mundial de Davos realizado el pasado enero virtualmen­te por la pandemia, ya vimos a Xi Jinping como gran invitado y referente mundial a seguir e imitar.

Napoleón advirtió ya hace mas de dos siglos atrás que «el mundo temblaría cuando China despertara». Ahora no sólo ha despertado, sino que quiere coger los mandos del mundo y, en efecto, es para temblar.

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